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sábado, 11 de enero de 2014

EL DIVORCIO


El matrimonio, como dijimos, es un lazo fuerte por medio del cual Allah une a un hombre con una mujer. El matrimonio hace del hombre y la mujer solteros una “pareja”; de esta, manera, la tristeza y la alegría de uno será la tristeza y la alegría del otro. El Corán describe este lazo de forma bella y vívida: “... vuestras mujeres,  son vestidura para vosotros y vosotros lo sois para ellas... ”(2:187), queriendo decir que cada uno es la protección, la cubierta, el sostén y el ornamento del otro. 

Cada cónyuge tiene derechos en relación al otro. Estos derechos deben ser reconocidos y no ignorados. Estos derechos mutuos son iguales excepto lo relacionado con lo que caracteriza a los hombres por su posición natural. Allah dice:
 
“... Ellas tienen derechos equivalentes a sus obligaciones, conforme al uso, pero los hombres están en un grado por encima de ellas.“( 2:228)

Este “grado” (dáraya) se refiere al rol masculino como mantenedores y líderes de la familia.
 
Un hombre preguntó al Profeta (B y P) “¡ Oh Mensajero de Allah!   ¿Cuáles son los derechos que una mujer puede exigir de su marido?“ El Profeta (B y P) respondió: “Debes alimentarla con lo mismo que tu te alimentas, debes vestirla como tu mismos te vistes.  Nunca la debes golpear en el rostro o derribarla, tampoco podrás cortar relaciones con ella sino es en la misma casa “

De esta manera vemos que es ilícito que el esposo se niegue a proveer alimento y vestido a su esposa.  Un hadiz afirma: “Gastarse el sustento de los que dependen de él ya es suficiente pecado para un hombre”

Golpear a una mujer en la cara es también prohibido, pues es un insulto a su dignidad humana y un peligroso atentado contra la parte mas bella de su cuerpo.  Si el musulmán se ve obligado a disciplinar a su esposa en el caso de rebeldía abierta, después de haber fallado todos los métodos, no la podrá golpear de manera que le cause daño o dolor.  El marido no podrá  por ningún motivo golpear a su mujer en el rostro o en otra parte del cuerpo que sea sensible a los golpes.  Así también, el musulmán no tiene permitido denigrar, maldecir o insultar a su esposa.
 
Con respecto a los derechos del esposo, El Profeta (B y P) dijo:
 
“No es permitido para una mujer que cree en Allah introducir en la casa de su marido a alguien que a él le disguste. Ella no deberá salir fuera de la casa de manera que a él le disguste y no deberá obedecer a nadie que contradiga sus órdenes.  Ella tampoco deberá negarse a compartir la cama con él.  Ella no debe golpearlo (en caso de ser ella mas fuerte que él).  Si el está más equivocado que ella, ella debe pedir a Allah para que él reconsidere y este conforme.  Si el la acepta, pues, bueno y correcto, y Allah aceptará sus plegarias.  Y si el marido no acepta; pues, ciertamente, las plegarias de ella llegaron hasta Allah.”

TOLERANCIA MUTUA ENTRE MARIDO Y MUJER

El marido debe ser paciente con su mujer si ve en ella algo que desaprueba o le disgusta.  El debe reconocer que está tratando con un ser humano naturalmente imperfecto,  Debe hacer un balance entre sus buenas cualidades y sus errores.  El Profeta (B y P) dijo:
 
“Un creyente no debe disgustarse con una mujer creyente. Si hay algo en ella que le disgusta, siempre habrá una faceta que le complace”.
 
Allah dice a su vez:

“Y si os resultan antipáticas, puede que Allah haya puesto mucho bien en el objeto de vuestra antipatía.” (4:19)

El Islam exige que los hombres sean tolerantes y pacientes con lo que les disgusta de sus esposas.  Por otra parte, ordena a la mujer que complazca a su esposo según se lo permita su habilidad y encanto;  y le advierte que no deje pasar una noche sin reconciliarse con su marido disgustado.  Un hadiz dice : “Hay tres personas cuyas oraciones no se elevan ni un palmo sobre sus cabezas: Un hombre que dirige oración de una congregación que lo odia;  Una mujer que permite que su esposo pase la noche disgustado con ella, y dos hermanos en disputa.”

Rebeldía y Conflicto

Por su habilidad y su responsabilidad de proveer a su familia, el hombre es la cabeza del hogar y de la familia.  Se merece la obediencia y la cooperación de su esposa; es así que no es permitido que ella se rebele contra su autoridad causando división.  Sin un capitán, la nave del hogar se perderá y se hundirá. Si el esposo siente que en su esposa se suscitan sentimientos de rebelión y desobediencia contra él,  debe hacer lo posible por rectificar su actitud con palabras cariñosas, con gentil persuasión y razonando con ella.  Si esto no ayuda, el debe dormir  separado de ella para despertar su naturaleza conciliatoria femenina para que se restaure la paz y ella le responda en una forma armoniosa.  Si esta actitud falla, es permitido que él la golpee levemente con sus manos evitando su rostro y otras áreas sensibles.  En ningún caso podrá él recurrir al uso de un palo o cualquier otro instrumento que pueda causar dolor o heridas.  Estos golpes deben ser, mas bien, como los que el Profeta (B y P) mencionó a su sirviente, con el cual se había enojado, le dijo “Si no fuese mi temor a la represalia el Día de la Resurrección, te hubiese golpeado con este cepillo de dientes (misuak)”

El Profeta (B y P) advirtió a los hombres sobre golpear a sus mujeres diciendo: “Ninguno de vosotros debe golpear a su esposa como se golpea a los esclavos y luego tener relaciones con ella al final del día.“

Se mencionó al Profeta (B y P) que algunos de sus compañeros golpeaban a sus esposas; entonces dijo:  “Ciertamente, esos no son los mejores de entre vosotros”

El Imam Al Háfidh Ibn Háyar dijo:
 
“El hadiz del Profeta (B y P) , 'El mejor entre vosotros no golpea', podría implicar que golpear a las esposas es permitido de forma general.  Para ser específicos, una persona podría golpear sólo para salvaguardar el comportamiento islámico y sólo si el esposo detecta dejadez con respecto a los deberes o la obediencia debida a él.  Es preferible advertir o algo por el estilo.

Si se puede obtener lo deseado advirtiendo,  cualquier uso de la fuerza queda prohibido, porque la fuerza genera odio, que es contrario a la armonía deseada en el matrimonio.  La fuerza se aplica sólo cuando se teme algún pecado contra Allah .  Al Nasái citó a ‘Aisha diciendo:  'El Profeta (B y P)  nunca golpeó a alguna de sus esposas o sirvientes,  De hecho, su brazo nunca golpeó nada, excepto en la causa de Allah o cuando se violaban las prohibiciones de Allah y él tomó represalia en nombre de Allah'.”

Si todas estas acciones fallan y la brecha entre marido y mujer se profundiza, el asunto se traslada ante la sociedad  Islámica en procura de solución.  Dos individuos de buena voluntad y juicio reconocido, uno de la familia de la mujer y otro de la familia del hombre, deben reunirse con la pareja para resolver sus diferencias .  Tal vez la sinceridad de sus esfuerzos dé frutos y Allah traiga la reconciliación entre los esposos.
 
Estos intentos de solución fueron ordenados por Allah en la siguiente aleya:

“ ¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis  que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen , no os metáis más con ellas.  Allah es excelso, grande.
 
Si teméis una ruptura entre los esposos, nombrad un árbitro de la familia de él y otro de la de ella,  Si desean reconciliarse, Allah hará que lleguen a un acuerdo.  Allah es omnisciente, está bien informado.” (4:34-35)

CUANDO EL DIVORCIO SE HACE PERMISIBLE

Si todos estos esfuerzos fallan y cada recurso utilizado prueba ser inútil, el esposo debe recurrir a la última solución permitida por la Sharía Islámica.  En respuesta a las amargas realidades de la vida, cuando las dificultades no se pueden resolver sino con la separación de los cónyuges en una forma honorable, el Islam instituyó el recurso del divorcio.  El Islam ha permitido el divorcio con renuencia, sin elogiarlo ni recomendarlo.  El Profeta (B y P) dijo: “Entre las cosas permitidas, el divorcio es la que más detesta  Allah”

El hecho de que algo sea permitido pero detestado por Allah significa que se puede recurrir a él solo en situaciones inevitables. Cuando vivir juntos se convierte en una tortura y el odio mutuo está bien asentado; cuando se hace muy difícil para ambos cónyuges cumplir con sus responsabilidades maritales.  En tal situación, la separación es mejor, Allah dice:

“ Si se separan , Allah enriquecerá a cada uno con Su abundancia,  Allah es inmenso, sabio” (4::130)

EL DIVORCIO EN LA EPOCA PREISLAMICA

El Islam  no es la única religión que permite el divorcio.  Antes de la llegada del Islam en su forma actual, fuera de unas pocas sociedades, el divorcio era permitido en todo el mundo.  Era algo común que, cuando un hombre se disgustaba con su esposa, la expulsaba de la casa, con justa causa o sin ella; y la esposa  no tenía ningún recurso legal contra él ni podía hacer reclamo alguno sobre su propiedad.  Ni siquiera tenían derecho a una compensación o una pensión para mantenerse.

Los divorcios incondicionales y sin restricciones estaban permitidos entre los griegos cuando su cultura estaba en ascenso.  Bajo la ley romana, un juez tenía potestad de anular un matrimonio aún si los dos cónyuges hubiesen incluido la cláusula contra el divorcio en su contrato matrimonial, pues la posibilidad de divorcio se contaba como parte del contrato matrimonial.  Durante la primera época de la civilización romana, el matrimonio religioso no tomaba provisiones sobre el divorcio,  a la vez que daba al hombre poder absoluto  sobre su esposa. Por ejemplo, en ciertas circunstancias era legal que el hombre mate a su esposa,  Con el paso del tiempo, la ley religiosa se adaptó a la ley civil, que permitía el divorcio.

EL DIVORCIO EN EL JUDAISMO

El judaísmo mejoró la situación de la mujer; pero también amplió la extensión del divorcio. La ley Religiosa requiere que el marido divorcie a su esposa cuando a esta última se le prueba delincuencia moral; esto debía ser así aunque el desee perdonarla. Así también, se le exige que la divorcie si ella no pudo darle hijos en el transcurso de diez años de vida matrimonial.

EL DIVORCIO EN EL CRISTIANISMO

La cristiandad tiene una solitaria posición entre las religiones que mencionamos, distinta aún a la del judaísmo. El cristianismo prohibe el divorcio y prohibe también el matrimonio  con mujeres u hombres divorciados. Se dice que Jesús (B y P) dijo: "El que despida a su mujer le dará un certificado de divorcio.  Pero  yo les digo que el que despide  a su mujer - fuera del caso de infidelidad - la empuja al adulterio. Y también el que se case con esa mujer divorciada comete adulterio" (Mateo 5:31-32)[97]   "El que se separa de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si ésta deja a su marido y se casa con otro, también comete adulterio" (Marcos 10:11-12)

La razón de esto se halla en los evangelios con las siguientes palabras: "De  manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre" (Mateo 19:6)  "Pues bien, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre" (Marcos 10:9). Y esta  afirmación es relativamente correcta, en el sentido de que el hombre y la mujer se casan con el permiso de Dios y por la Ley de Dios, así, es aceptable decir que Dios los ha unido, a pesar de ser el hombre quien interviene en el contrato matrimonial. En el mismo contexto; podemos decir que ya que Dios también ha permitido y legislado el divorcio en relación a ciertos motivos y circunstancias, también podemos decir que Dios los ha separado, aunque sea el hombre quien implementa el divorcio. Queda claro, entonces, que ningún hombre está separando lo que Dios unió, pues unir y separar está en manos de Dios el Todopoderoso. ¿Y no es Dios mismo quien los separa debido al causal de inmoralidad sexual?

DIFERENCIAS ENTRE LAS DISTINTAS CORRIENTES CRISTIANAS CON RESPECTO AL DIVORCIO

Los evangelios del Nuevo Testamento hacen una excepción en la prohibición del divorcio. Esta excepción se refiere a los casos de inmoralidad sexual. Sin embargo, algunos católicos tratan de rechazar incluso esta excepción; dicen: "Aquí no dice que el adulterio sea una excepción en cuyo caso el divorcio se hace lícito, pues en la Ley de Cristo no hay divorcio. La frase: "excepto en casos de adulterio" significa que el matrimonio  mismo se anula, pues su legalidad y su corrección han sido violadas. De esta manera; mientras es aparentemente un matrimonio; es, en realidad, adulterio. En consecuencia, es lícito en tales casos para el marido, o le concierne, abandonar a la mujer".

Las corrientes protestantes permiten el divorcio sobre la base del adulterio, traición al marido y otras razones específicas, además de la mencionada en  los evangelios. Sin embargo, algunas denominaciones protestantes prohiben que un hombre o una mujer divorciada se vuelvan a casar.

Los concilios de la Iglesia Ortodoxa Egipcia dan a sus seguidores el derecho a divorcio en casos de adulterio, como lo instituyen los evangelios, y por algunas otras razones como la esterilidad por más de tres años, enfermedad crónica y disensiones prolongadas que parecen no tener solución.

CONSECUENCIAS DE LA POSICION CRISTIANA RESPECTO AL DIVORCIO

Como resultado de esta inflexible posición del cristianismo respecto al divorcio, vemos que la gente de los países occidentales fueron obligados a recurrir a la legislación civil para legalizar el divorcio. Desafortunadamente, muchos de estos países, los EEUU por ejemplo, se fueron a extremos con la permisión  del divorcio de manera que es algo permitido hasta por motivos bastantes triviales. Algunos filósofos occidentales advierten que esta facilidad en el divorcio disolverá la santidad del lazo matrimonial y erosionará las bases fundamentales de la vida familiar. Un conocido juez declaró que no está lejano el día en que los países occidentales reemplacen el matrimonio por una tenue y débil relación  entre hombres y mujeres, que puede disolverse por la más trivial de las razones. Ya que no habría ningún  lazo de religión o amor uniendo a tal pareja; estarían unidos sólo por sus pasiones y el deseo de experimentar distintos placeres; esta  sería una clase de relación que está en contra de las enseñanzas de cada religión.

"Este fenómeno de regular los asuntos personales a través de la ley civil (humana) está en contra de las enseñanzas de toda religión y no se encuentra en lugar alguno excepto entre los cristianos de Occidente, incluso los hindúes, los budistas y los zoroastrianos observan sus preceptos  religiosos cuando ordenan sus asuntos personales. A pesar de que encontramos entre ellos quienes han introducido innovaciones en las enseñanzas de su religión concernientes a los asuntos públicos; tales innovaciones no se toman en los asuntos personales, es decir, en el matrimonio, el divorcio y los asuntos de la vida familiar".

La posición  cristiana respecto al divorcio: Una disposición temporal no una ley permanente

Un estudiante  serio de los evangelios no puede evitar la conclusión de que lo que Jesús (B y P) enseñaba tenía como objetivo corregir los excesos introducidos por los judíos a la Ley Divina. Sus enseñanzas, incluyendo sus afirmaciones sobre el divorcio, nunca fueron con la intención de ser tomadas como una Ley Permanente para toda la humanidad.

En el evangelio de Mateo encontramos el siguiente diálogo entre Jesucristo y los fariseos: "Se le acercaron unos fariseos, con ánimo de probarlo, y le preguntaron: ¿Está permitido al hombre despedir a su esposa por cualquier motivo?. Jesús respondió: ¿No han leído que el Creador  en el principio, los hizo hombre y mujer y dijo: El hombre dejará  a su padre y a su madre, y se unirá con su mujer, y serán los dos uno solo?, de manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios  ha unido, no lo separe el hombre. Pero ellos preguntaron: Entonces , ¿Porqué razón  Moisés ordenó que se firme un certificado cuando haya divorcio? . Jesús contestó:  Porque ustedes son duros de corazón , Moisés les permitió despedir a sus esposas, pero no es ésa la ley del comienzo. Por lo tanto, yo les digo que el que despide a su mujer, fuera del caso de la infidelidad, y se casa con otra comete el adulterio  .  Los  discípulos dijeron: Si ésa  es la condición del hombre con la mujer, más vale no casarse" (Mateo 19:3-10)

De este diálogo  se hace evidente que, al restringir el divorcio legal a los casos de adulterio, Jesucristo (B y P)  deseaba corregir los excesos  de los judíos  en la aplicación   indiscriminada del divorcio, que era algo permitido en la Ley de Moisés. Esto era, obviamente un remedio temporal, abrogado por la permanente y universal Ley del Islam revelada al Profeta Muhammad (B y P).

Suponer que Jesucristo (B y P) quería hacer de sus palabras una ley eterna para toda la humanidad no es algo razonable. Vemos que sus  apóstoles, los más sinceros de  sus seguidores , quedaron espantados con tan cruel  decreto. Dijeron: "Si esa es la condición del hombre con la mujer, más vale  no casarse" (Mateo 19:10).  

Es decir: en el momento que un hombre se casa con una mujer se estaría imponiendo un yugo imposible de quitar, sin importar que tan miserable sea su vida juntos a causa del odio y la incompatibilidad de temperamentos. Como un hombre muy sabio dijo: "El mayor tormento en la vida es una  compañera que no esta de acuerdo contigo ni tampoco te deja solo".

Los límites impuestos por el Islam a la regulación del divorcio

La Sharía islámica ha puesto ciertos obstáculos  en el camino  del divorcio a fin de limitarlo al más estrecho compás posible.

El divorcio sin necesidad legal y sin antes agotar todos los demás medios, antes citados, para resolver un conflicto, es algo ilícito en el Islam. Algunos juristas añaden que es perjudicial para el marido y la mujer dañar sus intereses comunes innecesariamente;  esto sería igual que la destrucción  de la propiedad: es ilícito.
 
El Profeta (B y P) nos enseñó: "No os dañéis ni dañéis a los demás"
 
Las personas que se divorcian de sus cónyuges y se casan con otros para disfrutar de nuevos placeres sexuales  no son queridos por Allah ni por Su Mensajero, (B y P). El Profeta (B y P) los denominó: "Los probadores". Dijo: "No me gustan los probadores, ni hombres ni mujeres"[101] y añadió: "Allah no gusta de los probadores; hombres y mujeres"

Abdallah bin Abbás dijo: "El divorcio es en caso de necesidad". 





Tomado de: www.nurelislam.com

ANTICONCEPCIÓN


La preservación de la especie humana es, incuestionablemente, el objetivo primario del matrimonio. Tal preservación de la especie requiere una reproducción continua. En este sentido, el Islam anima al hombre a tener  muchos hijos y bendice la descendencia masculina y femenina. Sin embargo, es permitido el planeamiento familiar en base a razones válidas y necesidades reconocidas.

El método anticonceptivo corriente en la época del Profeta (B y P) era el coito interrupto, consistía en retirar el pene de la vagina un poco antes  de la eyaculación, evitando la entrada del semen. Los sahabis solían efectuar tal acción en la época de la revelación coránica. Yábir relató: “Practicábamos el coito interrupto durante la época del Mensajero de Allah (B y P) mientras aún se revelaba el Corán”.

Muslim también relata que Yábir dijo: “Practicábamos el coito interrupto en la época del Mensajero de Allah (B y P). El lo sabía pero no nos lo prohibió”.
 
Un hombre vino al Profeta (B y P) y le dijo: “Tengo una esclava. Deseo de ella lo que los hombres normalmente desean; pero no quiero dejarla embarazada, por ello practico el coito interrupto con ella. Los judíos dicen que esto es un poco menos que enterrar en vida a los hijos”. El Profeta (B y P) dijo: “Los judíos se equivocan. Si Allah desea crear un niño tú no puedes evitarlo”. Quiso decir que, a pesar de interrumpir el coito, una gota de semen puede depositarse en la vagina sin que se percate, resultando la mujer embarazada.

En una reunión, en la que Omar estaba presente, se dijo: “Dicen que el coito interrupto es una forma menor de enterrar a un niño vivo”.   ‘Alí dijo: “Esto no es así hasta que se cumplen siete etapas:
 
Ser un producto de la tierra,
luego una gota de esperma,
luego un coágulo,
luego una poca de tejido,
luego huesos,
luego huesos cubiertos de carne,
que recién entonces se convierten en una nueva criatura”
 
“Tienes razón” dijo Omar “Que Allah prolongue tu vida”.

Razones válidas para las prácticas anticonceptivas:

La primera razón válida para efectuar prácticas anticonceptivas es el temor de que el embarazo o el parto puedan poner en peligro la vida o la salud de la madre. Allah dice:

“... y no os entreguéis a la perdición.”. (2:195)
“ ...No os matéis unos a otros. Ciertamente, Allah es misericordioso con vosotros”. (4:29)

Otra razón válida es el temor a que la responsabilidad por los hijos pueda dificultar la situación familiar tanto que la persona llegue a cometer o aceptar algo ilícito para satisfacer sus necesidades. Allah dice:

“ Allah quiere hacéroslo fácil y no difícil. ”. (2:185)
“ Allah no quiere imponeros ninguna carga...”. (5: 6)

También está el temor a que la salud o el desarrollo del niño se vean dificultadas.  Del relato de Usama bin Zaid, Muslim citó en su “Sahih” que un hombre vino ante el Mensajero de Allah y dijo: “Yo practico el coito interrupto con mi esposa” “¿Porqué lo haces?”, preguntó el Profeta (B y P). El hombre dijo: “Temo por su hijo”, o tal vez dijo: “temo por sus hijos”. El Mensajero de Allah dijo entonces: “Si esto (el embarazo) fuese dañino, habría dañado también a los persas y los griegos”

Otra razón es el temor de que el nuevo embarazo o el nuevo bebe pueda afectar a un lactante previo. El Profeta (B y P) denominó “ghila” al acto sexual con una madre que amamanta, mejor dicho: el acto sexual con una madre con un bebe lactante y que deriva en una nuevo embarazo. El pensaba que el nuevo embarazo podía arruinar la leche y debilitar al lactante. El Profeta (B y P) solía preocuparse mucho por su nación y les advertía sobre lo que podía causarles daño. Entre sus opiniones personales podemos citar las siguientes palabras: “No matéis a vuestros hijos secretamente, pues la ghila somete al jinete y lo derriba del caballo”.

Sin embargo, el Profeta (B y P) no llegó a prohibir el acto sexual con una madre que amamanta, pues el notó que los persas y los bizantinos, las dos naciones más poderosas de su época, lo practicaban sin que resulte en ningún perjuicio para sus hijos. También consideró que causaría dificultades a los esposos al ordenarles abstenerse se sus esposas durante el periodo de lactancia, que llega a veces a los dos años completos. El Profeta (B y P) dijo: “Quería prohibir la ghila, pero consideré a los persas y los bizantinos y vi que ellos acostumbran amamantar a sus hijos durante el embarazo sin que resulte en ningún daño a sus hijos por ello”.

Cuando Ibn Al Qaiim discutía la relación entre este hadiz y el otro mencionado antes, “no matéis a vuestros hijos secretamente...”, dijo: “El Profeta (B y P) notó que el embarazo daña al bebe lactante de la misma manera que caer del caballo daña al jinete: es perjudicial, pero no al extremo de matar al jinete. El aconsejó a su gente evitar el acto sexual que lleve a un nuevo embarazo mientras la mujer está amamantando a un bebe; pero no lo prohibió. Luego quiso prohibirlo en consideración a la salud del bebe lactante; pero se dio cuenta de que la sufrida abstención que causaría entre los padres, en especial los jóvenes, sería más dañina para la sociedad. Al considerar todo esto prefirió entonces no prohibir estos actos sexuales. Además; vio que, en las dos naciones más poderosas y populosas de su época, las mujeres amamantaban a sus hijos durante el embarazo sin que esto afecte su fuerza ni su número. En vista de ello, se abstuvo de prohibir los mencionados actos sexuales”

En nuestros tiempos contamos con nuevos métodos anticonceptivos que cumplen con el objetivo deseado por el Profeta (B y P), proteger al bebe lactante de cualquier peligro posible que le pueda acechar debido a un nuevo embarazo de su madre, a la vez que evita cualquier dificultad al marido, consecuencia de abstenerse de las relaciones sexuales con su esposa durante su amamantamiento. De aquí concluimos que, desde el punto de vista islámico, el tiempo ideal entre dos hijos es de 30 meses; y, si se desea completar la lactancia por dos años, el espacio será de 33 meses.

El Imam Ahmad opina que la práctica de métodos anticonceptivos requiere el consentimiento de la mujer, pues ella tiene derecho al placer sexual y a decidir si quiere tener un hijo o no. Se sabe que Omar prohibió la práctica del coito interrupto sin el consentimiento de la esposa. Esto fue un destacable paso, dado por el Islam, hacia el establecimiento de los derechos de la mujer, en una época en que esta no tenía derechos.

El Aborto

El Islam permite evitar el embarazo por motivos válidos; pero no permite causar violencia alguna para suspender el embarazo ya iniciado.
 
Los eruditos islámicos están unánimemente de acuerdo en que el aborto es ilícito después de que el feto está completamente formado y ha recibido su alma. Este aborto es un crimen que está totalmente prohibido cometer, pues constituye un ataque contra un ser humano completo y vivo. Los eruditos insisten en que se debe pagar la compensación por muerte (día, en árabe) si el bebe es abortado vivo y luego muere. Y si el bebe es abortado muerto se debe pagar una cantidad menor.

Sin embargo, hay una excepción. Dicen los eruditos: Si se establece con seguridad, después de que el feto está completamente formado, que la continuación del embarazo necesariamente resultará en la muerte de la madre; entonces, de acuerdo a un principio general de la Sharía Islámica, el de elegir el mal menor, se debe realizar el aborto.

“Porque la madre es el origen del feto y ya tiene su vida establecida, con deberes y responsabilidades, y es un pilar de la familia. No es posible sacrificar su vida por la del feto que aun no tiene una personalidad ni tiene deberes ni responsabilidades que cumplir” .
 
El Imam Al Ghazali hace una clara distinción entre las prácticas anticonceptivas y el aborto; dice: “Los métodos anticonceptivos no son iguales al aborto. El aborto es un crimen contra una criatura existente. La existencia tiene etapas; la primera de estas es el asentamiento del semen en la matriz y su mezcla con los fluidos de la mujer. Después de esto ya está listo para recibir vida y perturbarlo es un crimen. Cuando sigue su desarrollo y se convierte en una masa de carnes, el aborto es un crimen aun mayor. Cuando adquiere alma y su formación es completa, el crimen es mucho más grave. El crimen adquiere su máxima gravedad cuando es cometido después de que el feto se separa de la madre con vida”. 





Tomado de: www.nurelislam.com

LA RELACIÓN ENTRE EL ESPOSO Y LA ESPOSA


El Corán resalta los objetivos espirituales del matrimonio y hace de ellos los fundamentos de la vida marital. Estos objetivos se hacen realidad en la paz mental que sobreviene a través de la buena experiencia sexual con la esposa amada, en el ensanchamiento del círculo de amor y afecto entre las dos familias unidas a través del matrimonio y en la educación de amor y cariño de los niños bajo el amoroso cuidado de sus padres. Estos son los objetivos mencionados por Allah:
 
“Y entre Sus signos está el haberos creado esposas nacidas entre vosotros, para que os sirvan de quietud, y el haber suscitado entre vosotros el afecto y la bondad. Ciertamente, hay en ellos signos para gente que reflexiona”. (30:21)

La relación sexual
 
Al mismo tiempo, el Corán no desdeña el aspecto sensual y la relación física entre esposo  y esposa. El Islam guía a los seres humanos hacia la mejor senda, satisfaciendo las demandas del instinto sexual, a la vez que se evitan las prácticas dañinas o desviadas.

Se sabe que los judíos y los zoroastrianos llegaban a extremos cuando evitaban todo contacto físico con las mujeres menstruantes.
 
Los cristianos, a su vez, seguían teniendo relaciones sexuales sin preocuparse por el flujo de sangre. Los árabes del periodo de la Yahilía no comían, no bebían, ni se sentaban con sus mujeres cuando estaban menstruando y las enviaban a habitaciones separadas, tal como lo hacían los judíos y los zoroastrianos.

Por ello, algunos musulmanes consultaron al Profeta (B y P) sobre lo que está permitido y lo que está prohibido en relación con las mujeres menstruando.
 
La siguiente aleya fue revelada entonces:

“Te preguntan acerca de la menstruación. Di: 'Es un mal. ¡Manteneos, pues, aparte de las mujeres durante la menstruación y no os acerquéis a ellas hasta que se hayan purificado! Y cuando se hayan purificado, id a ellas como Allah os ha ordenado'. Allah ama a quienes se arrepienten. Y ama a quienes se purifican." (2:222)

Algunas personas entendieron de la frase “manteneos aparte de las mujeres” que no debían habitar en la misma casa durante los periodos menstruales. El Profeta (B y P) explicó el significado de esta aleya diciendo:
 
“Os mandé que evitéis tener relaciones sexuales con las mujeres durante la menstruación solamente; no os dije que las mandéis fuera de la casa como lo hacen los extranjeros”.
 
Cuando los judíos de Medina oyeron de esto dijeron, “este hombre no deja nada de nuestras costumbres sin cambiar; todo lo hace de forma opuesta”.[64]

De esta manera, el musulmán puede acariciar a su esposa y disfrutar de ella siempre que evite el lugar del sangrado. La posición islámica sobre este tema es, como siempre, la intermedia y moderada, entre el extremo de expulsar a las mujeres menstruantes de la casa y el de tener relaciones sexuales, con ellas.

Recientes investigaciones médicas han descubierto que el flujo menstrual contiene una sustancia tóxica que, si no se excreta, puede dañar el cuerpo. Así también, han descubierto porqué se deben evitar las relaciones sexuales - el coito - en este periodo. Los órganos reproductivos se ponen altamente congestionados y los nervios se ponen muy sensibles por la secreción de las glándulas internas; en consecuencia, el coito los irrita, llegando a impedir el flujo menstrual y causando la inflamación de los órganos sexuales. [65]

Relaciones sexuales prohibidas

Respecto a las relaciones sexuales, el Corán dice:

"Vuestras mujeres son como campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis, haciendo preceder algo para vosotros mismos! ¡Temed a Allah y sabed que Le encontraréis! ¡Y anuncia la buena nueva a los creyentes! “.(2:223)

El erudito indio Waliullah Dehlavi, al explicar la ocasión en que fue revelada esta aleya y su significado dice:
 
“Los judíos habían restringido innecesariamente las posturas en las relaciones sexuales sin ninguna autoridad divina. Los ansaríes de Medina eran sus amigos; seguían sus prácticas y solían decir:
 
“Si un hombre penetra a su mujer por detrás, en su vagina, su hijo saldrá bizco. Entonces se reveló la aleya que dice: “Venid, pues, a vuestro campo como queráis "; queriendo decir que no importa si el hombre está encima de su mujer o detrás de ella si la penetración se hace en la vagina, que viene a ser el “campo”. Esto es así porque estos asuntos no tienen nada que ver con políticas religiosas o sociales sino que son un asunto de puro gusto personal. Tales opiniones estaban entre las absurdas costumbres de los judíos que Allah abolió”. [66]

No es función de la religión definir las posturas durante el acto sexual. Sin embargo, un musulmán que teme a Allah en su relación con su esposa y tiene la certeza que lo va a encontrar en la Otra Vida evita penetrar a su esposa por el ano porque el Profeta (B y P) dijo: “No penetréis  a las mujeres por el ano”[67]. En otra ocasión, se refirió a tal acto como una “sodomía menor”. [68] Una mujer de los Ansar le preguntó sobre la penetración vaginal por atrás; él le dijo: “Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis, pero por un solo receptáculo”[69]

Omar vino un día al Profeta (B y P) y le dijo: “¡Oh Mensajero de Allah! ¡Estoy arruinado!” “¿Qué es lo que te ha arruinado?” preguntó el Profeta (B y P). El replicó, “anoche di vuelta a mi mujer”, queriendo decir que penetró a su mujer en la vagina por la espalda. El Profeta (B y P) no le dijo nada hasta que la aleya citada fue revelada; entonces le dijo: “Por delante o por detrás; pero evita el ano y el acto sexual durante la menstruación”. [70]

Guardando los secretos entre marido y mujer

El Corán elogia a las esposas virtuosas,

“...Las mujeres virtuosas son devotas y guardan, en ausencia de sus maridos, de lo que Allah manda que guarden..." (4:34)

Entre aquellos secretos que se deben guardar está la relación íntima con el esposo; sería un error discutir sobre ella en una reunión o comentarla con las amistades. El Profeta (B y P) dijo: “Entre los que ocuparán la peor posición el Día de la Resurrección, ante Allah, está el hombre que tiene relaciones sexuales con su esposa y después divulga su secreto”. [71]

Abu Huraira relató: “El Mensajero de Allah (B y P) nos dirigió en la oración; cuando terminó, se volvió hacia nosotros y dijo: 'Manteneos sentados. ¿Hay entre vosotros hombres que van a sus esposas, cierran la puerta, corren la cortina, y después (de tener relaciones sexuales) sale y habla sobre ello diciendo: “Hice esto y aquello con mi esposa”?' Ellos se mantuvieron callados. Luego se dirigió a las mujeres y preguntó: '¿Hay entre vosotras quien comenta tales cosas?' Una niña se levantó sobre sus rodillas para que el Mensajero de Allah pueda verla y oír sus palabras. Ella le dijo: 'Si, por Allah, los hombre hablan sobre ello y las mujeres también'. Entonces, el Profeta (B y P) dijo: '¿Sabéis a que se asemejan los que hacen eso? Los que así hacen son como los demonios machos y hembras que se encuentran en un camino y satisfacen sus deseos ante la mirada de la gente'. [72]

Esta enfática manera de referirse al asunto debería ser suficiente para alejar al Musulmán de tal comportamiento enfermo y degradante; ¡Que lo haría parecerse a un demonio!


Tomado de: www.nurelislam.com

martes, 7 de enero de 2014

Una breve historia del Islam (parte 5 de 5): El Califato de Uzmán ibn Affan


Umar ibn Al-Jattab, el segundo Califa del Islam, fue apuñalado mientras lideraba la oración del Fayr por un esclavo persa llamado Abu Lu’lu’ah, un zoroastra. Mientras Umar yacía en su lecho de muerte, la gente a su alrededor le pidió que nombrara un sucesor. Umar nombró un comité de seis personas para que escogieran el sucesor entre ellos mismos.

Este comité estaba conformado por Ali ibn Abi Talib, Uzmán ibn Affan, Abdur-Rahman ibn Awf, Sad ibn Abi Waqqas, Az-Zubayr ibn Al-Awam y Talhah ibn Ubayd Allah, quienes estaban entre los más eminentes compañeros del Profeta, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, y quienes habían recibido en su tiempo de vida las nuevas del Paraíso.

Las instrucciones de Umar fueron que el Comité de elección debería escoger al sucesor dentro de tres días, y que él debería asumir su puesto en el cuarto día. Como pasaron dos días sin ninguna decisión, los miembros se sintieron ansiosos ya que el tiempo se estaba acabando rápidamente y aún no aparecía a la vista la solución del problema. Abdur-Rahman ibn Awf ofreció olvidar su propia reivindicación si otros acordaban sumarse a su decisión. Todos aceptaron permitir que Abdur-Rahman escogiera al nuevo Califa. Él entrevistó a cada nominado y fue por Medina preguntando a la gente sobre su elección. Finalmente, seleccionó a Uzmán como el nuevo Califa, dado que la mayoría de la gente lo escogió a él.

Su Vida como Califa

Uzmán llevó una vida simple incluso luego de convertirse en el líder del Estado Islámico. Hubiera sido fácil para un exitoso hombre de negocios, tal como él, llevar una vida lujosa, pero él nunca apuntó a llevar tal forma de vida en este mundo. Su único propósito fue alcanzar el placer del más allá, pues él conocía que este mundo es una prueba y es temporal. La generosidad de Uzmán continuó luego de que se convirtió en Califa.

Los Califas eran pagados por sus servicios del tesoro público, pero Uzmán nunca tomó ningún salario por sus servicios al Islam. No solo eso, sino que también desarrolló la costumbre de liberar esclavos cada viernes, se preocupó por las viudas y huérfanos, y dio caridad casi sin límites. Su paciencia y resistencia estaban entre las características que lo hicieron un líder exitoso.

Uzmán logró mucho durante su gobierno. Le dio impulso a la pacificación de Persia, continuó defendiendo al Estado Musulmán contra los bizantinos, y lo que hoy se conoce como Libia y gran parte de Armenia pasaron a ser territorios musulmanes. Uzmán también, a través de su primo Mu'awiyah ibn Abi Sufyan, el gobernador de Siria, estableció una armada musulmana que peleó una serie de luchas importantes con los bizantinos.

De mucha mayor importancia para el Islam, sin embargo, fue la compilación que hizo Uzmán del texto del Corán como fue revelado al Profeta. Dándose cuenta de que el mensaje original de Dios podía ser inadvertidamente distorsionado por variantes en la forma de recitar, el nombró un comité para recopilar todos los versículos del Corán en dialecto árabe de Quraish (el más difundido) y eliminar los pergaminos escritos en los otros dialectos”. El resultado fue el texto que es aceptado hoy en día a través del mundo musulmán.

La oposición y el Final

Durante su califato, Uzmán enfrentó mucha hostilidad de nuevos musulmanes nominales en nuevas tierras islámicas, que empezaron a acusarlo de no seguir el ejemplo del Profeta y de los califas precedentes en materias concernientes a la forma de gobernar. Sin embargo, los Compañeros del Profeta siempre lo defendieron. Estas acusaciones nunca lo cambiaron. Él permaneció paciente para ser un gobernante misericordioso. Incluso durante el tiempo cuando sus enemigos lo atacaron, el no usó los fondos del tesoro para proteger su casa o a él mismo. Como fue previsto por el Profeta Muhammad, los enemigos de Uzmán se opusieron a él implacablemente, haciéndole muy difícil gobernar. Sus oponentes finalmente conspiraron contra él, rodeando su casa, y alentaron a la gente a matarlo.

Muchos de sus asesores le pidieron detener el asalto pero él no lo hizo, hasta que fue asesinado mientras recitaba el Corán exactamente como el Profeta había predicho. Uzmán murió como un mártir.

Anas ibn Malik narró lo siguiente:

“El Profeta una vez subió a la montaña Uhud con Abu Bakr, Umar y Uzmán. La montaña tembló con ellos. El Profeta le dijo (a la montaña): ‘¡Mantente firme, Oh Uhud! Pues sobre ti hay un Profeta, un temprano y verdadero seguidor mío y dos mártires’”. (Sahih al-Bujari)




martes, 24 de diciembre de 2013

Breve historia del Islam (parte 4 de 5): Los califatos de Abu Baker y Umar


# El califato o sucesión de Abu Baker y Umar, dos de los más prominentes compañeros del Profeta. La extensión del Islam y la política exterior islámica respecto a los habitantes de las tierras conquistadas.

Con la muerte de Muhammad, la comunidad musulmana debía resolver la cuestión de la sucesión. ¿Quién sería su líder? Había cuatro personas que con toda seguridad serían candidatas para el liderazgo: Abu Baker as-Siddiq, quien además de haber acompañado a Muhammad hasta Medina diez años atrás, había sido nombrado para tomar el lugar del Profeta como líder de la oración grupal durante su última enfermedad; Umar Ibn Al-Jattab, compañero fiel y de confianza del Profeta; Uzmán Ibn ‘Affan, un hombre respetado que estuvo entre los primeros conversos; y ‘Ali Ibn Abi Talib, primo y yerno de Muhammad. Todos ellos poseían el mismo nivel de excelentes virtudes y capacidad para gobernar los asuntos de la Nación Islámica. En una reunión llevada a cabo para decidir quién sería el nuevo líder, Umar, realizando la tradicional señal de reconocimiento de un nuevo líder, tomó la mano de Abu Baker y le juró lealtad. Para el anochecer todos estuvieron de acuerdo y Abu Baker fue nombrado el Califa (sucesor) de Muhammad. La palabra Califa indica el rol de gobernar de acuerdo al Corán y la práctica del Profeta.

El califato de Abu Baker fue breve pero importante. Líder ejemplar, vivía de manera sencilla, cumplía con sus obligaciones religiosas asiduamente, era accesible y amable con su gente. También demostró firmeza cuando algunas tribus, que habían aceptado el Islam sólo de palabra, renunciaron a él en cuanto falleció el Profeta. Un logro muy importante fue que Abu Baker los disciplinó rápidamente. Mas tarde, consolidó el apoyo de las tribus dentro de la Península Arábiga y posteriormente fusionó sus energías contra los poderosos imperios de Oriente: los sasánidas en Persia y los bizantinos en Siria, Palestina y Egipto. En pocas palabras, él demostró la viabilidad del Estado Musulmán.

El segundo Califa, Umar, designado por Abu Baker, continuó demostrando dicha viabilidad. Bajo el título de Amir Al-Muminin (Líder de los creyentes), Umar extendió el dominio del Islam sobre Siria, Egipto, Irak y Persia en lo que, desde un punto de vista puramente militar, fueron victorias asombrosas. Cuatro años después de la muerte del Profeta, el Estado Musulmán había extendido su influencia sobre toda Siria y había minado el poder de los bizantinos –cuyo gobernante, Heraclio, poco tiempo atrás había rechazado el llamado a aceptar el Islam– en una famosa batalla librada durante una tormenta de arena cerca del Río Yarmuk.

Más asombroso aún, el Estado Musulmán administró los territorios conquistados con una tolerancia casi sin precedentes en ese tiempo. En Damasco, por ejemplo, el jefe musulmán, Jalid Ibn Al-Walid, firmó un tratado que decía lo siguiente:

“Jalid Ibn Al-Walid le proporcionará a los habitantes de Damasco lo siguiente: promete brindarles seguridad para sus vidas, propiedades e iglesias. El muro de vuestra ciudad no será demolido y ninguno de los musulmanes ocupará vuestras casas. Con ello les daremos el pacto de Dios y la protección de Su Profeta, los califas y los creyentes. Mientras paguen el impuesto correspondiente, nada excepto el bien les sucederá”.

Esta tolerancia era característica del Islam. Un año después de Yarmuk, Umar, en el campamento militar de al-Yabiah, sobre los Altos del Golán, recibió la noticia de que los bizantinos estaban listos para entregar Jerusalén. Por consiguiente, se trasladó hasta allí para aceptar la rendición en persona. De acuerdo a una descripción, entró a la ciudad solo y vistiendo una túnica sencilla, dejando pasmado a un pueblo acostumbrado a la vestimenta suntuosa y las ceremonias de las cortes bizantinas y persas. Los sorprendió más aún cuando les quitó sus miedos al negociar un generoso tratado en el cual les decía: “En el nombre de Dios... sus iglesias serán absolutamente aseguradas, no serán ocupadas por musulmanes ni destruidas”.

Esta política demostró ser exitosa en todas partes. En Siria, por ejemplo, muchos cristianos que habían estado involucrados en serias disputas teológicas con las autoridades bizantinas –y fueron perseguidos por ello– le dieron la bienvenida al Islam como una forma de finalizar la tiranía. Y en Egipto, tierra que ‘Amr Ibn Al-As, tomó de los Bizantinos luego de una audaz marcha a través de la Península del Sinaí, los cristianos coptos no sólo dieron la bienvenida a los árabes, sino que además los ayudaron con entusiasmo.

Este modelo se repitió a través de todo el Imperio Bizantino. El conflicto entre los griegos ortodoxos, sirios monofisitistas, coptos y cristianos nestorianos contribuyó al fracaso de los bizantinos –siempre considerados como intrusos– para desarrollar el apoyo popular; mientras que la tolerancia que los musulmanes mostraron hacia cristianos y judíos, quitó la principal causa de oposición.

Umar también tomó esta actitud respecto a los asuntos administrativos. Aunque asignó gobernadores musulmanes para las nuevas provincias, los gobiernos bizantinos y persas existentes fueron conservados donde fue posible. De hecho, durante 50 años el idioma griego permaneció como la lengua utilizada por la corte de justicia de Siria, Egipto y Palestina; mientras que el pahlavi, la lengua de las cortes de justicia de los sasánidas, continuó siendo utilizado en Mesopotamia y Persia.

Umar, quien se desempeñó como califa durante diez años, terminó su mandato con una importante victoria sobre el Imperio Persa. La disputa con el Reino Sasánida había comenzado en el año 636 en Al-Qadisiah, cerca de Ctesifonte en Irak, donde la caballería musulmana se había enfrentado con éxito a los elefantes utilizados por los persas como una especie de tanques primitivos. Ahora, con la batalla de Nihavand, llamada “la conquista de conquistas”, Umar selló el destino de Persia; que a partir de entonces se convirtió en una de las provincias más importantes del Imperio Musulmán.

Su califato marcó un punto importante en los inicios de la historia islámica. Fue famoso por su justicia, ideales sociales, administración y arte de gobernar. Sus emprendimientos fueron notables en cuanto al apoyo del bienestar social, los impuestos y la estructura financiera y administrativa del creciente imperio.



Breve historia del Islam (parte 3 de 5): La conquista de Meca


La Constitución de Medina –bajo la cual los clanes que aceptaron a Muhammad como Profeta de Dios formaron una alianza o confederación– data de este periodo. Eso demuestra que la conciencia política de la comunidad musulmana había alcanzado un importante nivel, y por ello sus miembros se definieron como una comunidad independiente. La Constitución también definió el rol de los no musulmanes en la comunidad. Los judíos, por ejemplo, formaban parte de la sociedad; ellos eran dhimmis, es decir, personas protegidas, siempre y cuando acataran las leyes. Esto estableció un precedente para la relación con otros pueblos vencidos durante conquistas posteriores. Cristianos y judíos, sobre el pago de un impuesto simbólico, gozaban de libertad religiosa y, aún manteniendo su condición de no musulmanes, eran miembros adjuntos del Estado Musulmán. Sin embargo, esta posición no era aplicable a los politeístas, ya que no podían ser tolerados dentro de una sociedad que adoraba al Dios Único.

Ibn Ishaq, uno de los primeros biógrafos del Profeta, afirma que fue alrededor de ese período que Muhammad envió cartas a los gobernantes de la tierra –el Rey de Persia, el Emperador de Bizancio, los Negus de Abisinia, el gobernador de Egipto, entre otros– invitándolos a abrazar el Islam. Nada puede ilustrar mejor la confianza de la pequeña comunidad, ya que su poderío militar –a pesar de la batalla de la trinchera– todavía era insignificante. Sin embargo, esa confianza no estaba fuera de lugar. Muhammad fue estableciendo, de manera tan efectiva, una serie de alianzas entre las tribus que, alrededor del año 628, él y 1.500 seguidores pudieron exigir el acceso a la Ka’bah. Esto marcó un hito en la historia de los musulmanes. Poco tiempo antes Muhammad había dejado la ciudad de su nacimiento para fundar un Estado Islámico en Medina. Ahora, con sumo derecho, sus anteriores enemigos lo trataban como a un líder. Al año siguiente, en el 629, regresó y conquistó Meca sin derramar ni una gota de sangre y bajo un espíritu de tolerancia, lo cual se estableció como un ideal para futuras conquistas. También destruyó los ídolos restantes en la Ka’bah, con el objetivo de finalizar para siempre las prácticas paganas en ese lugar. Mientras esto transcurría, ‘Amr Ibn Al-’As, el futuro conquistador de Egipto, y Jalid Ibn Al-Walid, la futura “Espada de Dios”, aceptaron el Islam y juraron lealtad a Muhammad. La conversión de estos hombres fue especialmente notable debido a que habían estado entre los más duros adversarios de Muhammad hacía poco tiempo atrás.

De alguna manera, el regreso de Muhammad a Meca fue el clímax de su misión. En el 632, sólo tres años después, enfermó repentinamente; y el 8 de Junio de ese año, estando a lado de ‘A’isha, su tercera esposa, el Mensajero de Dios “murió con el calor del mediodía”.

La muerte de Muhammad fue una gran pérdida. Para sus seguidores, este sencillo hombre de Meca era mucho más que un querido amigo, mucho más que un talentoso administrador, mucho más que el gran líder que había forjado un nuevo estado a partir de un grupo de tribus que estaban en guerra. Muhammad era además un ejemplo de las enseñanzas que transmitía de Dios: las enseñanzas del Corán que por siglos han guiado el pensamiento y la acción, la fe y la conducta de innumerables hombres y mujeres, que llevaron a una nueva era en la historia de humanidad. Su muerte, sin embargo, tuvo un pequeño efecto sobre la dinámica de la sociedad que había creado en Arabia, y no afectó para nada su principal misión: transmitir el Corán al mundo. Abu Baker dijo: “Quien adoraba a Muhammad, sepa que Muhammad ha muerto; pero quien adoraba a Dios, sepa que Dios vive y no muere”.



Breve historia del Islam (parte 2 de 5): La Hiyrah


Después de que Muhammad hubiera predicado públicamente por más de una década, la oposición alcanzó niveles tan altos que, temeroso por la seguridad de sus seguidores, envió a algunos de ellos a Etiopía. Allí, el gobernante cristiano les brindó su protección, y desde entonces ese hecho es recordado con aprecio por los musulmanes. Pero en Meca la persecución empeoró. Los seguidores de Muhammad fueron acosados, perseguidos y hasta torturados. Finalmente, setenta de los seguidores de Muhammad, siguiendo sus órdenes, partieron hacia el pueblo de Yazrib, en el norte, con la esperanza de iniciar una nueva etapa del movimiento islámico. Esta ciudad sería luego refundada bajo el nombre de Al Medina (“La ciudad”). Tiempo después, a inicios del otoño del 622, Muhammad junto a su amigo más cercano, Abu Baker as-Siddiq, se pusieron en marcha para reunirse con el resto de los emigrantes. Este acontecimiento coincidió con el complot de los líderes de Meca para asesinarlo.

En Meca, los conspiradores llegaron a la casa de Muhammad para encontrar que su primo, ‘Ali, había tomado su lugar en la cama. Enfurecidos, los mecanos pusieron precio a la cabeza de Muhammad e iniciaron la persecución. Sin embargo, Muhammad y Abu Baker se refugiaron de sus perseguidores en una cueva, donde permanecieron escondidos. Gracias a la protección de Dios, los mecanos pasaron por la cueva sin notarlos, y Muhammad y Abu Baker siguieron su viaje hacia Medina. Una vez allí, fueron recibidos con gran júbilo por una multitud de medinenses y mecanos que se habían adelantado para preparar el camino.

Esta fue la Hiyrah –palabra españolizada como Hégira–, generalmente, aunque de manera incorrecta, traducida como “huída”, a partir de la cual se inició la era musulmana. De hecho, la Hiyrah no fue una huída, sino que fue una emigración cuidadosamente planeada que marca, no sólo un cambio en la historia –el comienzo de la era islámica–, sino que además, para Muhammad y los musulmanes, el inicio de una nueva forma de vida. De ahí en más, el principio organizativo de la sociedad dejó de ser el simple parentesco de sangre para transformarse en una hermandad más grande, la de todos los musulmanes. Los hombres que acompañaron a Muhammad durante la Hiyrah fueron llamados Muhayirun –“Aquellos que hicieron la Hégira o los Emigrantes”–, mientras los que se convirtieron en musulmanes en Medina fueron llamados Ansar o “los auxiliadores”.

Muhammad estaba bien enterado de la situación en Medina. Antes de la Hiyrah, varios de sus habitantes arribaron a Meca para participar de la peregrinación anual; y como el Profeta utilizaba esta oportunidad para invitar a los peregrinos al Islam, el grupo proveniente de Medina escuchó su llamado y se hicieron musulmanes. Ellos lo invitaron a instalarse en Medina. Después de la Hiyrah, las excepcionales cualidades de Muhammad impresionaron de tal manera a la gente de Medina, que las tribus rivales y sus aliados se unieron temporalmente. El 15 de marzo del 624, Muhammad y sus seguidores se enfrentaron a los paganos de Meca.

La primera batalla, que tuvo lugar cerca de Bader –que ahora es un pequeño pueblo hacia el sudoeste de Medina–, tuvo varios efectos importantes. En primer lugar, las fuerzas musulmanas, superadas en un número de tres a uno, derrotaron a los mecanos. En segundo lugar, la disciplina exhibida por los musulmanes demostró a los mecanos, quizás por primera vez, las habilidades del hombre al cual habían expulsado de su ciudad. En tercer lugar, una de las tribus aliadas que se había comprometido a apoyar a los musulmanes en Bader, pero luego había demostrado indiferencia cuando la batalla comenzó, fue expulsada de Medina un mes después. Aquellos quienes afirmaron ser aliados de los musulmanes pero tácitamente se les opusieron, fueron de este modo severamente advertidos: pertenecer a la comunidad implicaba total apoyo a la causa.

Un año después los mecanos lanzaron su contraataque. Un ejército montado de tres mil hombres se enfrentó a los musulmanes en Uhud, un monte en las afueras de Medina. A pesar de su éxito inicial, los musulmanes fueron duramente atacados y el mismo Profeta fue herido. Ya que los musulmanes aún no estaban completamente derrotados, los mecanos, con un ejército de 10.000 hombres, otra vez atacaron Medina dos años después, pero con resultados muy diferentes. En “la batalla de la trinchera”, también conocida como “la batalla de los aliados”, los musulmanes obtuvieron una evidente victoria inaugurando una nueva forma de defensa. Del lado de Medina, desde donde el ataque era esperado, cavaron una fosa muy profunda para que la caballería de los mecanos no pudiera pasar sin exponerse al ataque de los arqueros que estaban estratégicamente colocados en el flanco de Medina. Finalmente, los mecanos fueron forzados a retirarse. A partir de entonces, Medina quedó completamente en manos de los musulmanes.





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