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jueves, 20 de marzo de 2014

Dr. Moustafa Mould, exjudío, Estados Unidos (parte 3 de 5)


Regresé a casa pasando por Oriente Medio y Europa, pero específicamente hice una parada en Israel. Era 1969. Ya no era sionista, pero aun así, me sorprendía cuán decepcionado estaba. Sé que parte de la razón fue el choque cultural de dejar una pequeña ciudad rural africana, y a la gente y el trabajo que amaba. Sin embargo, estaba sorprendido por la brusquedad y la arrogancia de los israelíes que conocí —muy al estilo del estereotipo estadounidense de los franceses—. Desde una perspectiva arqueológica e histórica, fue una buena experiencia, pero no puedo olvidar cuán alienado me sentí de la cultura y de la gente que se suponía que era mi pueblo.

Me negué en principio a visitar Cisjordania —eso fue antes de que comenzaran a construir asentamientos— excepto Jerusalén oriental, no pude resistirlo. Estando de pie frente a la pared del templo de Salomón, la Cúpula de la Roca y Al Aqsa, tuve una sensación intensa que no pude describir en ese momento. Ahora puedo describirla: fue un sentimiento de santidad; no es de sorprender que su nombre islámico sea Al Quds. Pero me afectó mucho ver directamente la discriminación y el estatus de segunda clase de los palestinos, incluso los que son ciudadanos. Había sido criado en una subcultura estadounidense donde los judíos siempre habían estado a la vanguardia de los derechos civiles, de las luchas laborales y de las libertades civiles. Para mí, lo que encontré en Israel no era judío.

Los siguientes diez años, entre 1969 y 1979, los pasé en Los Ángeles. Me había perdido 1968, uno de los años más importantes y turbulentos en la historia moderna estadounidense. Aunque no era de sorprenderse, estaba muy descorazonado a mi regreso a los Estados Unidos. Los negros se habían separado voluntariamente de los blancos, el SDS se había convertido en un manojo de maoístas delirantes, la libertad de expresión había degenerado en el discurso asqueroso. Ya no podía ser político de nuevo, excepto por alguna demostración ocasional antiguerra o anti Nixon. Estaba tan atraído como repelido por el hedonismo de la California de la década de 1970. Estuve tentado a seguir una vida licenciosa, y lo hice sin entusiasmo, pero —gracias a Dios por mi fitrah y mi buena crianza judía— no fui demasiado lejos; principalmente, me dejé crecer el cabello y la barba. Estaba demasiado absorto en mis estudios, obteniendo mi doctorado, enseñando, casándome y luego divorciándome, y buscando un trabajo académico decente.

Dos cosas durante aquella década son relevantes para esta historia. Brevemente, el gobierno del partido Likud en Israel, la construcción de asentamientos de colonos, y el tratamiento brutal de los palestinos, sin mencionar la alianza israelí con Suráfrica, me repugnaron y me enfurecieron, y me convirtieron de un no sionista a un manifiesto antisionista. Incluso peor para mí fue el apoyo ciego de la comunidad judía estadounidense, que yo creía se opondría al Likud, al menos silenciosamente. ¿No estábamos acaso de acuerdo, unos pocos años antes, que Menájem Beguin y su gente eran unos lunáticos?

Muchos de los colonos entrevistados en las noticias de televisión, eran obviamente judíos estadounidenses. ¿Cómo podían haber crecido en este país con estos valores estadounidenses —y judíos—, haber vivido la revolución de los derechos civiles, y luego irse a hacer lo que estaban haciendo allá? Había más oposición judía en Israel de la que había en los Estados Unidos. Me sentí traicionado, avergonzado, indignado. Había, por supuesto —y hay— otros judíos que sienten lo mismo que yo, principalmente los de izquierda, pero solo unos pocos se pronunciaron al respecto. Fueron notables I. F. Stone, un periodista radical y uno de mis héroes; y Noam Chomski, cuyos escritos políticos sobre la guerra de Vietnam y Palestina fueron tan revolucionarios como su teoría de la lingüística.

En 1979, recientemente divorciado, incapaz de colocarme como profesor asociado y extrañando África, regresé como profesor asistente de lingüística en la Universidad de Nairobi. Mi padre había fallecido hacía un par de meses y tenía que irme. Me hice amigo de varios miembros de la facultad, en particular de mi jefe de departamento y de un profesor de historia, ambos musulmanes de Mombasa, y del profesor de árabe, mi vecino sudanés. A menudo almorzaba con ellos en el comedor de la universidad, y por respeto a ellos (y vergüenza, porque sabía que ellos sabían que yo era judío), nunca comí cerdo cuando estaba con ellos. En poco tiempo dejé el cerdo por completo. A menudo hablábamos sobre Oriente Medio, Islam y judaísmo, y me sorprendió ver que ellos podían ser anti Israel sin ser antijudíos. A ellos les sorprendió que yo fuera judío anti Israel.

Teniendo mucho más tiempo libre del que había disfrutado en mucho tiempo, decidí ponerme al día con mi creciente lista de lectura. Releí la Biblia, el Antiguo Testamento, para aclarar cierta confusión sobre la cronología en la historia antigua. También leí el Nuevo Testamento porque nunca lo había hecho. Y también releí el Corán. No sabía nada sobre historia islámica temprana, sirah o hadiz, pero las aprecié más esta vez. Tuve de nuevo esa reacción, pensé: ¿Por qué tiene que ser tan crítico con los judíos?, pero mi memoria se refrescó recientemente, y recordé que la propia Torá y el resto del Antiguo Testamento son igualmente críticos, si no más, que el Corán. ¿Acaso los judíos aprendieron finalmente la lección y se convirtieron realmente en la Gente del Libro cuando fueron expulsados de Israel y Jerusalén por segunda vez, y cuando los rabinos, sinagogas y oraciones remplazaron los sacerdotes, el templo y los sacrificios? ¿Y qué decir de los judíos de Medina? Ellos claramente eran reprobables, pero parecían tan diferentes de nosotros los judíos europeos, incluso de los judíos sefardíes de la época de los califas; ¿acaso ellos, como los judíos etíopes y chinos, carecían del Talmud? Todavía siento curiosidad al respecto. En todo caso, esa visión resultó más tarde ser una barrera eliminada.

Alguien sabio dijo una vez que si tu fe es débil, solo pretende tener fe, y eso la fortalecerá. Los africanos, sean cristianos, musulmanes o paganos, son gente espiritual. Ser ateo es algo incomprensible y ridículo para ellos. Sabiendo eso, nunca dije que era ateo cuando me preguntaban sobre mi religión —algo que ocurría continuamente—. Respondía que yo, por supuesto, creía en Dios, en un Único Dios, pero no en ninguna religión en particular. Eso era básicamente cierto, o al menos eso quería creer. No puedo decir que tuve una epifanía o una iluminación mística como Pablo de camino a Damasco, ni una experiencia cercana a la muerte (en realidad tuve dos, pero sin ningún efecto religioso). Me parecía que, simplemente diciéndolo y pretendiéndolo, poco a poco llegaría a mí.

Me había convertido en un agnóstico o un deísta, como otro héroe mío, Thomas Jefferson. Quizás me uniría a la Iglesia Unitaria, un grupo popular, especialmente en Nueva Inglaterra, que acepta a Jesús como Profeta, y que incluye a muchos intelectuales liberales excristianos trinitarios y exjudíos, socialmente conscientes.

Otro factor que contribuyó fue mi incorporación en aquella época a la orquesta y coro sinfónicos de Nairobi. Era un grupo aficionado, pero eran excelentes. Me había ido con unos amigos a su concierto de pascua para escucharlos tocar el Réquiem de Mozart —música para una misa fúnebre—. Esa música, intensamente religiosa, era preciosa, sublime, impresionante e inspiradora. No era solo la belleza de la música, a pesar que esa era una parte importante, sino el mensaje: glorificar a Dios, hablar de la muerte, de la resurrección, del Juicio Final y de la vida eterna. Me conmovió hasta las lágrimas. Al día siguiente, fui y me inscribí para cantar en el coro.

Durante los siguientes tres años, canté obras maestras: misas, réquiems, oratorios —Beethoven, Brahms, Bach, Verdi—. Todas ellas cristianas; y algunas de ellas, por supuesto, hacían referencia a Jesús como divinidad, pero aquellas palabras no tuvieron efecto en mí, yo estaba ayudando a hacer música hermosa. Pero las partes que hablaban de Dios me tocaron profundamente y me ayudaron gradualmente a recuperar mi fe y mi creencia en Él. Por supuesto, hoy día no cantaría cosas como “sé que mi redentor vive”.


Tomado de: www.islamreligion.com

Dr. Moustafa Mould, exjudío, Estados Unidos (parte 2 de 5)


También asistí a una madrasah avanzada, donde estudié historia judía, hebreo, Torá y agregué arameo y Talmud (fiqh judío), aunque los idiomas seguían siendo mi interés principal. Por esa misma época, a la edad de 15 años, perdí mi fe, mi creencia en Dios. Anteriormente, había concluido que si Dios nos ordena hacer ciertas cosas, ¿cómo era que yo no podía hacerlas? Así que traté de ser más ortodoxo. Entonces, un día, me vi a mí mismo diciendo: “Si Dios dice todo esto, yo debo cumplir, pero, ¿y si Dios no existe? ¿Creo en Dios? En realidad no lo sé, quizás sí, quizás no. Y si Dios no existe, no necesito hacer nada de esto”. Así que me detuve. Pueden imaginar cuánto se alteró mi padre.

Muchas personas, en particular católicos romanos y protestantes fundamentalistas que crecen en entornos religiosos ásperos, llenos de amenazas sobre el Infierno y la condenación, golpeados por las monjas en la escuela, sintiéndose culpables sobre cosas que son simplemente parte de la fitrah (naturaleza) —como sus propios cuerpos—, son felices de salirse de la religión y, de hecho, se hacen muy antirreligiosos y se sienten como si se hubieran librado de una prisión. Mi sentimiento no era similar, me sentía triste, más como si hubiera sufrido una pérdida, pero no había nada que pudiera hacer. Sabía que creer sería muy confortable, pero no podía hacerlo. A lo largo de las décadas de 1960 y 1970, ocasionalmente tenía esos sentimientos y ansias.

Como dijo Jeffrey Lang en su libro acerca de su conversión al Islam, hay un vacío y una soledad que siente el ateo, que la gente de fe no puede entender. El mundo es absurdo, un accidente. La ciencia tiene, o tendrá, todas las respuestas, pero la vida no tiene un sentido o significado real. La muerte es el final. Puedes tener influencia e impacto en el mundo a través de tus hijos, puedes hacer el bien, ser recordado en los libros de historia durante cientos o incluso miles de años; cuando muera el sol, la humanidad podrá colonizar otros sistemas solares, quizás otras galaxias. Pero al final, aunque tarde 15 mil millones de años, el universo morirá o colapsará en un agujero negro, y el final es la nada absoluta, la única cosa que es definitiva es un vacío. La vida, entonces, no tiene sentido y la muerte es espantosa. La verdad y la moralidad pueden volverse relativas, lo que lleva a la confusión moral, el hedonismo y cosas peores. Pero en lugar del desprecio por la gente religiosa que muchos ateos afirman sentir, yo los respetaba y hasta los envidiaba por la seguridad, la certeza y la comodidad que experimentan.

Pasé de la noche a la mañana de ser casi ortodoxo a ser ateo, aunque todavía amaba la lengua, la cultura, la música, la comida y la historia judías. Era un judío “étnico” y un sionista. El sionismo todavía era principalmente una filosofía política, no tanto una religiosa. De hecho, en aquella época había todavía bastante oposición hacia el sionismo entre la mayoría de los ortodoxos. El sionismo actual de corte religioso mesiánico en realidad no fue desarrollado hasta 1967 – 1973, cuando Israel se tomó Jerusalén. También decidí que quería ser un lingüista histórico especializado en idiomas semíticos, pero las universidades que elegí no me aceptaron, y la única que lo hizo no ofrecía árabe, ni siquiera lingüística.

En mi universidad, a comienzos de la década de 1960, entré en contacto con una gran variedad de personas. Por vez primera, conocí a una gran cantidad de protestantes, afroamericanos y estudiantes extranjeros que eran musulmanes. Yo ya no encontraba antisemitismo, y comencé a disfrutar y a apreciar la diversidad de los Estados Unidos y mi exposición a los estudiantes internacionales. Hacia el final de mi año de estudiante de segundo año comía tocino y chuletas de cerdo, y al mismo tiempo ayudé a organizar y fui el presidente del capítulo del campus de la Organización Sionista Estudiantil. Fui el vicepresidente de dicha organización en Nueva Inglaterra en mi último año.

Muchos de nosotros éramos políticamente de izquierda, provenientes de familias de la clase trabajadora, cuyo espectro iba desde los demócratas liberales hasta los comunistas. Apoyábamos a los obreros, la Unión de Libertades Civiles Estadounidense, y estábamos en contra de McCarty y Nixon. Reverenciábamos a Franklin D. Roosevelt, Hubert Humphrey y Adlai Stevenson. Trabajábamos a favor del sionismo y los kibutz. Hay algo que quiero enfatizar, debido al profundo efecto que tuvo en mí años después: en aquella época, la mayoría de los judíos aún eran socialistas o demócratas liberales, muchos pertenecían aún a la clase obrera, no eran tan exitosos como ahora. Recuerdo con claridad el partido de derecha Herut, su ideología expansionista y sus actividades terroristas en la década de 1940. Los considerábamos fanáticos y lunáticos.

Tomé un seminario sobre Oriente Medio. A los 19 años, creía que ya lo sabía todo. Mi profesor era sirio, y creí que era musulmán, así que iba a enseñarle algunas cosas. Él fue sorprendentemente paciente y tolerante conmigo, considerando su posición obviamente antisionista y anti Israel. Sus críticas sobre mis artículos fueron objetivas y suaves, en particular sobre aquellos que eran demasiado sesgados. Comencé a ponerle atención al otro lado, y me di cuenta de cuánta propaganda había absorbido y cuánta información había ignorado. No alcancé un buen grado, pero aprendí una valiosa lección. Fue el profesor Haddad quien me mostró que uno podía ser secular y religioso a la vez.

Al mismo tiempo, me involucraba más y más en los movimientos de derechos civiles y antiguerra de Vietnam. Me afilié al Comité Estudiantil Coordinador de la No Violencia (SNCC por sus siglas en el inglés) y a la NAACP. Ayudé a fundar el capítulo de nuestro campus de la entonces levemente radical Sociedad Estudiantil para la Democracia (SDS por sus siglas en inglés). Me especialicé en gobierno, tomando muchos cursos sobre ley constitucional y relaciones internacionales. Fui a Washington, D. C. en agosto de 1963 para tomar parte en la “marcha sobre Washington” y estuve de pie a menos de 20 metros del Dr. King cuando dio aquel maravilloso discurso.

Yo había perdido mi fe a los 15 años de edad, y a los 22 había perdido el sionismo. Pero todavía tenía mi herencia étnica, aunque había comenzado a sentirme incómodo con el chovinismo de muchos judíos. Me veía a mí mismo como un estadounidense normal luchando por causas estadounidenses. Me preparé para ser profesor de estudios sociales, pero el mercado laboral no estaba bien. Después de dos años como profesor sustituto y un cargo temporal en mi antigua preparatoria, me uní a los Cuerpos de Paz, para que la aventura y el idealismo mejoraran mis perspectivas laborales más adelante —y para evitar ser reclutado y enviado a Vietnam—. Fui seleccionado para ir a Uganda, en África Oriental.

Yo era muy feliz en ese bello país, viviendo donde el Nilo sale del Lago Victoria, enseñando a estudiantes que querían aprender en una sociedad donde los profesores eran respetados. Aprendí nuevos idiomas y culturas. Desarrollé el gusto por la cocina africana y la indopakistaní. Ya que no había mucho por hacer en una pequeña villa campestre, comencé a ir a películas indias. Me gustaba particularmente Mohammed Rafi, el famoso cantante, en especial sus cawalis; me recordaba la música cantorial de mi padre. También disfruté del ambiente islámico árabe omaní que encontré en la costa: Mombasa, Dar As-Salam, Zanzíbar. Fue la primera vez que escuché, en una película que no era de Hollywood (ni de Bombay) el Adhán (la llamada a la oración en el Islam). Incluso en las películas, sus melodías tristes siempre emocionaban todo mi cuerpo. Aprendí dos idiomas africanos, swahili y luganda. El swahili me resultó muy fácil, la mitad de su vocabulario proviene del árabe y es prácticamente igual al hebreo. Pero el swahili es una lengua bantú, y estaba fascinado con las similitudes y diferencias entre el swahili y el luganda. Entonces me dije: “Esta es mi última oportunidad de hacer lo que siempre quise, estudiar lingüística”, pero ahora con lenguas bantú en lugar de lenguas semíticas. Así que me presenté a la escuela de posgrado.


Tomado de: www.islamreligion.com

Dr. Moustafa Mould, exjudío, Estados Unidos (parte 1 de 5)


Una odisea es un viaje largo y sorprendente. La palabra viene de Odiseo (en latín, Ulises), un héroe del poema épico de Homero, La Odisea. Su viaje a casa tomó diez años y estuvo lleno de desgracias, desvíos, peligros y aventuras. En retrospectiva, mi viaje hacia el Islam —mi camino de regreso a casa— parece como una odisea. Al mirar hacia atrás en mi vida, desde mi infancia temprana hasta que finalmente hice mi shahadah, un viaje de cerca de 40 años, en el que parece que hubo muchas señales, muchos puntos decisivos, muchos incidentes, algunos significativos, algunos triviales, todo lo cual me preparaba y me señalaba el camino hacia el Islam.

Crecí en Boston. Esta ciudad era eminentemente católica, principalmente irlandesa e italiana, con comunidades pequeñas pero significativas de negros, judíos, griegos, armenios y árabes cristianos, y en aquellos días en especial, cada grupo tenía su propio vecindario. Había gran cantidad de restaurantes griegos y sirios, y crecí amando la ensalada griega, el shish kebab, lahm mishwi, kibbi, hojas de uvas, humus, cualquier cosa que tenga cordero, etc.

Mi familia era principalmente de judíos conservadores de clase trabajadora. Mis abuelos habían huido del antisemitismo y los pogromos de la Rusia zarista, hacia 1903. Ellos y sus familias habían encontrado trabajo en talleres clandestinos en el distrito textil, unos cuantos tenían habilidades como artesanos, y eran muy activos en sus sindicatos. Fui el primero en mi familia en obtener un título universitario. Nuestro hogar no era estrictamente kosher, pero ni en sueños comíamos cerdo. Observábamos todos los días festivos y los ayunos, y durante años asistí a la sinagoga cada sábado y en los días de fiesta, con mi padre y mi tío.

La sinagoga a la cual asistíamos era conservadora, casi ortodoxa, pero modernista: era muy tradicional, pero las mujeres no estaban totalmente segregadas. Comencé la madrásah (escuela hebrea) a los seis años de edad. Era 1948, cuando vi el nacimiento del Estado de Israel, y la propaganda sionista llenó la atmósfera, así como las conversaciones y los sermones sobre los nazis y los campos de concentración, y había muchos sobrevivientes inmigrantes refugiados.

En aquella época había mucho antisemitismo en los Estados Unidos, en especial en el sur y el medio oeste, pero también en Boston. Los griegos, sirios e italianos estaban bien, pero los irlandeses de Boston eran un gran problema, que se remontaba a la generación de mis padres en la Segunda Guerra Mundial y en la década de 1920. Durante mi infancia, a menudo fui perseguido, escupido, insultado y golpeado. Ellos hasta me agarraron y me bajaron los pantalones —además de humillarme, querían ver cómo se veía la circuncisión—.

Mis profesores de hebreo fueron dos hermanos israelíes que eran ortodoxos y veteranos de la guerra de 1948. De ellos aprendí hebreo moderno y absorbí una gran cantidad de ideología sionista junto con las enseñanzas religiosas. Me hice más religioso y un sionista ávido. Creía que los judíos necesitaban su propio país en caso de que apareciera otro Hitler —aquellos niños irlandeses no hacían nada para aliviar mis miedos, y no me sentía “en casa” en Estados Unidos. Decidí que iría y pasaría mi vida en un kibutz (granja comunal).

Mi padre fue músico y era cantor (lideraba la oración). Tenía una hermosa voz de tenor, prefería las melodías tradicionales y cantaba las oraciones con mucha huzn (pena) (cuando aprendí esa palabra, comencé a preguntarme si estaría relacionada con el hebreo hazan = cantor). En nuestra sinagoga, el lector de la Torá solía utilizar un taywid que sonaba muy oriental y que me encantaba. Por extraño que pueda parecer, hace poco escuché a un amigo recitando el Corán y me pareció casi idéntico.

Una cosa que destaca claramente en mi memoria, incluso ahora durante la salah, es que en las oraciones judías hay referencias regulares a la postración (suyud). De hecho, es una costumbre en las sinagogas más ortodoxas que durante Yom Kippur, el día de ayuno más sagrado y el equivalente de Ashurah, el cantor, de parte de los fieles, hace el suyud mientras sigue cantando. Esta no es una hazaña, y mi padre, con su poderosa voz, lo hacía muy bien. Recuerdo pensar entonces que sería realmente agradable que todos nos postráramos de verdad, en lugar de solo curvarnos como suyud simbólico.

Hacia la edad de 8 o 9 años, descubrí por casualidad una estación de radio que transmitía programas de las comunidades étnicas locales. Comencé a escuchar a los yidishes, griegos y armenios, y especialmente la “Hora Árabe”. Me encantaba la música y el sonido del idioma. Usando el hebreo que sabía, trataba de entender las noticias y de descubrir las correspondencias de sonidos: Noté las diferencias entre hamzah y ‘ayn, j y h, k y q, distinciones que el hebreo moderno ha perdido. Esto mejoró notablemente mi pronunciación del hebreo y gané premios en la clase de hebreo. También recuerdo tratar de ayudar a mis amigos haciendo trampa durante las pruebas de pronunciación, repitiendo las palabras con un acento “árabe”.

En la preparatoria, descubrí la Biblioteca Pública de Boston y su sección de grabaciones: al lado de los clásicos, descubrí música folclórica étnica de todo el mundo, pero gravité especialmente hacia el Oriente Medio –árabe, turca, persa y luego indopaquistaní–. Aprendí a identificar varios estilos, instrumentos y ritmos regionales. Me encantaba el ‘oud, y me enseñé a mí mismo a tocar el dumbeg y acompañar las grabaciones. Una vez, un grupo de judíos yemeníes llegó a Boston desde Israel para realizar cantos y bailes folclóricos. Estaba fascinado por su aspecto, trajes y música. Incluso pronunciaban el hebreo igual que yo durante las pruebas de pronunciación.

Menciono todos estos pequeños detalles porque es un componente indiscutible del Islam: el idioma, las melodías del adhan y del Corán, las interacciones sociales y otras características, que son realmente exóticas y extrañas al occidental promedio, incluyendo a los judíos occidentales. Cuando las encontré años después en un contexto diferente, me resultaron muy familiares y placenteras, incluso al punto de la nostalgia, e hicieron que el Islam me fuera más fácil de aceptar y de seguir. Luego hablaré más sobre esto.

Mi mejor amigo en la preparatoria también fue una influencia fuerte sobre mí. Él leyó mucha filosofía, poesía y literatura religiosa. No me interesé mucho por las dos primeras, pero leí algunas escrituras religiosas hindúes, budistas, taoístas, y el Corán. Me di cuenta de que las historias del Corán eran muy similares a las de la Biblia, pero sentí que era antijudío. Quedé completamente impresionado, sin embargo, por su retrato de Jesús como Profeta, no solo como rabino. Yo acepté esto, y se convirtió en mi respuesta a mis compañeros de clase católicos cuando me preguntabas qué creía sobre Jesús. Ellos no parecían muy disgustados con esto.




Tomado de: www.islamreligion.com

lunes, 17 de marzo de 2014

¿Cuál es el veredicto sobre las fotos?


Pregunta: 

¿Cuál es el veredicto sobre tomar fotos?

Respuesta: 

Mi opinión sobre las fotografías, que se toman con un dispositivo en el que se producen esas imágenes de forma instantánea, y sobre las cuales el ser humano no tiene ninguna acción, considero que esas imágenes no ingresan dentro de la prohibición de “tasuir-hacer imágenes” sino que se considera exponer imágenes de la creación de Allah que pertenecen a Allah y fueron retratadas por ese artefacto, por lo cual es una impresión de la creación de Allah, y no la creación de una imagen hecha por un ser humano. Los Hadices registrados prohíben la creación de imágenes en las que hay producción o trabajo de un ser humano intentando con ello competir con Allah en la creación. Esto se evidencia con el siguiente ejemplo: Una persona tiene una carta, y le toma una foto con un artefacto fotográfico, la imagen que toma este artefacto no es producto de quien opera el artefacto, quien podría ser incluso que ni siquiera supiera leer y escribir, y la gente sabe distinguir entre la carta original y la copia. Pero si el objetivo de la imagen en sí mismo es algo prohibido, entonces es prohibido por su objetivo final.


Muhammad ibn Salih al Uzaimin 

Colección de veredictos legales del Sheij, que Allah sea misericordioso con él, volumen 12.
Capítulo: Tecnología y artefactos modernos moderna.
Fecha: 15 de Rayab 1429 H / 18-7-2008




miércoles, 12 de marzo de 2014

Más Mohameds que Jukka y más Fatima que Tiina entre los bebés nacidos en la moderna Finlandia

La dimensión internacional se observa en los primeros nombres finlandeses, dice el Savon Sanomat. El rostro cambiante de Finlandia es más visible, pues los nombres populares de las minorías étnicas se están volviendo más común que los tradicionales finlandeses.

Las niñas nacidas con el nombre de Fatima es cada vez más común y ha sido el nombre más común para las nacidas entre 2010 y 2014 que por ejemplo, las niñas nacidas con el nombre de Tiina.

Por lo general, el nombre más común para un niño extranjero que sea residente en Finlandia es Daniel o Sofia. Estos nombres son también populares entre los ciudadanos finlandeses.

Además, los nombres de la tradición islámica están en aumento en el registro de la población finlandesa. Por ejemplo, el nombre de Mohammed en sus diversas variables fue el nombre adoptado por 122 bebés en el 2013, siendo uno de los nombres más populares para los niños. Los números son tan grandes que ahora dejan atrás a los tradicionalmente típicos nombres finlandeses, como son el caso de Jukka, Jouni, Jari, Janne, y Seppo.

En el documento de Savon Sanomat se informa de que en el año 2006, alrededor de 70 bebés nacidos en Finlandia fueron llamados Mohammed con diversas grafías. Eso hizo que el nombre fuera el más popular de ese año (2006), por encima de nombres tradicionalmente típicos finlandeses como Jukka, Jouni, Hannu, Vesa, Jari y Seppo. El año pasado en 2013, 122 niños fueron llamados con el nombre Mohammed, en comparación con las 156 veces que fueron llamados con el nombre finlandés Matti.





Tomado de: http://europauniversal.blogspot.com

Las siete recitaciones del Quran


 Contexto lingüístico

A pesar de que el árabe se había vuelto el idioma común de toda la península arábiga, cada tribu usaba términos propios para referirse a los mismos objetos que encontraban en el idioma de las otras tribus. Por ejemplo, algunas tribus llamaban “Asad” al león, mientras que otras lo llamaban “Laiz”, “Hamzah”, “Hafs” o “Gadanfar” en otras. Antes de la llegada del Islam, el dialecto de la tribu de Quraish surgió como el más prominente entre los numerosos dialectos. El dialecto Quraishi se volvió el más respetado de todos los dialectos por las siguientes tres razones:

1.- La Kaabah:

La Kaabah en árabe significa “cubo”. Fue construida por el Profeta Abraham y su hijo Ismael, la paz sea con ambos. Las tierras de la tribu de Quraish eran La Meca y sus alrededores. La Kaabah estaba incluida en esta área. Cada una de las tribus tenía sus ídolos, que representaban sus dioses tribales, puestos en la Kaabah y a su alrededor, por lo que la Kaabah representaba el centro espiritual de todas las tribus árabes y allí se realizaba la peregrinación durante todo el año.

2.- Siqaiah (el suministro de agua):

Durante el mes de la peregrinación (Hayy), los peregrinos de todas las tribus iban a La Meca a realizar los ritos de la peregrinación. Esta práctica comenzó con el Profeta Ibrahim y su hijo Ismael, la paz sea con ambos, y continuo entre sus descendientes árabes. Sin embargo con el correr del tiempo, a los ritos originales se le sumaron muchos ritos que incluían idolatría y supersticiones. Los Quraish personalmente asumieron la responsabilidad de proveer gratuitamente de agua a los peregrinos  y sus animales como evidencia de su gran generosidad y nobleza. Por este motivo, los Quraish y su lenguaje ocupaban un lugar prominente entre los árabes.

3.- El comercio:

La meca se situaba en medio de las principales rutas de comercio entre Siria y Persia por el norte, y Yemen y África hacia el sur. Los comerciantes de Quraish se convirtieron en intermediario de la mayoría de transacciones comerciales que sucedían en arabia. Como resultado, la clase comerciante Quraishi se volvió la clase más rica entre las familias árabes. Esto también provoco que la tribu Quraish estuviera por encima de las otras tribus de arabia.
 
La revelación del Corán

Para tener en cuenta las diferencias que existían entre los dialectos, Allah reveló el Corán en siete formas diferentes que correspondían con los dialectos de las siguientes tribus: Quraish, Hudhail, Zaqif, Hauazin, Kinanah, Tamim Iaman. (mabahiz fi Ulum al Quran, pág. 158).
 
Ibn Abbas relato que oyó al mensajero de Allah, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, decir: “Yibril (Gabriel) me leyó una lectura y cuando la revise, le seguí pidiendo más hasta que completo siete lecturas diferentes”. (Al Bujari y Muslim)
 
Omar Ibn al Jattab relato: “escuché a Hisham Ibn Hakim recitando Surah al Furqan mientras el mensajero de Allah, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, estaba con vida. Escuche su recitación y noté que lo hizo en una forma diferente a la que el profeta, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, me había enseñado. Estuve a punto de saltar sobre él durante la oración, pero me controle hasta que termino. Le puse su ropa alrededor del cuello, lo tome de allí y le dije: ¿Quién te ha enseñado esta Surah que te oí recitar? Respondió: me la enseño el mensajero de Allah, le dije: Has dicho una mentira, porque el mensajero de Allah  me la ha enseñado a mí de modo diferente a tu recitación. Entonces lo lleve ante el Profeta y le dije: escuche a esta persona recitando Surah al Furqan de una forma que tu no me has enseñado. El Mensajero de Allah, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, dijo: ¡suéltalo Omar! recita, Hisham. Entonces recito de la misma manera que lo había oído recitar. El Mensajero de Allah, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, dijo: fue revelada de esa forma. Luego dijo: recita Omar. Yo recité como el Profeta me había enseñado  y él dijo: fue revelada de esa forma. El Corán ha sido revelado para que lo reciten de siete formas diferentes, así que recítenlo como les sea más fácil”. (Al Bujari y Muslim)
 
El significado de las lecturas

1.- Facilidad para su Recitación y Memorización:

Debido a que el Corán fue revelado en siete diferentes dialectos, su recitación y memorización fue más fácil para las distintas tribus. De ese modo un número mucho mayor de seguidores del Profeta, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, pudieron memorizar extensas partes del Corán mientras el Profeta, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, aún vivía. Esto fue de suma importancia, porque la gente preservo el Corán en vida del Profeta, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, memorizándolo, ya que la mayoría de los árabes no sabían leer ni escribir. Esto también fue importante porque la única forma de verificar si era correcto lo que se había escrito del Corán durante el tiempo del Profeta y luego de su muerte era compararlo con lo que había sido memorizado. Por ejemplo, Alaihim (sobre ellos) en otras tribus se decía Alaihumu; y Sirat (sendero o puente) se decía Sirat o también Zirat; y Mu´min (creyente) se decía Mumin.

2.- El milagro del  Corán:

En muchas partes del Corán, Allah desafió a los árabes de aquel entonces a producir un capitulo similar aunque fuera el más pequeño de ellos. La imposibilidad de que lograran imitar el estilo del Corán es un milagro que probó que el Corán provenía de Allah. Este milagro se volvió más obvio cuando ninguna de las siete tribus principales pudo imitarlo ni siquiera en sus propios dialectos, porque nadie podía decir que era difícil imitarlo por no estar en su mismo dialecto. (mabahiz fi Ulum al Quran, pág. 169)

3.- Las Leyes

Las distintas lecturas le permitían al Corán expresar una variedad de leyes en frases cortas y concisas. Por ejemplo, la frase:
 
“Ua amsihu bi ruusikum ua aryulakum”

Significa, “Pasaos las manos por la cabeza y (lavaos) los pies” simplemente por la segunda “a” en la última palabra Aryulakum (palabra árabe). En otra lectura, la última palabra se lee “i”, Aryulikum (palabra en árabe), y significa “pasaos las manos por la cabeza y los pies”. Aquí tenemos las dos leyes para la purificación  de los pies durante el Udu (la ablución). En circunstancias normales, se deben lavar los pies, pero si uno cubre sus pies hasta los tobillos (como mínimo) después de lavarlos, se puede renovar el Udu simplemente con frotar la mano húmeda sobre ellos. Este rito, conocido como mas´h, puede realizarse durante un día si se es residente y durante tres días si se está de viaje. Luego de este periodo de tiempo, se deben descubrir los pies y se los debe lavar para que el Udu esté completo.

4.- Los Significados:

Allah ha utilizado las distintas lecturas del Corán para expandir sobre el significado básico del Corán. Por ejemplo:
 
“Maaliki iaumi din”

Esta Aleya describe a Allah como “Soberano absoluto del Día del Juicio” que es Él quien ha hecho que el Juicio exista y puede hacer con él lo que desee. En otra lectura, Malik se lee sin la Alif larga, Malik. Esta lectura describe a Allah como el Rey o Soberano del Día del Juicio, que significa de Él será ante Quien toda la gente deberá someterse y obedecer ese día.
 
La Lectura de Quraish

Se continuó leyendo el Corán de las siete formas diferentes hasta mediados del mando del tercer Califa, Uzman, cuando surgieron algunas confusiones en las provincias lejanas con respecto a las recitaciones del Corán. Algunas tribus árabes comenzaron a jactarse de la superioridad de sus dialectos y así comenzó a surgir rivalidad entre las tribus. Al mismo tiempo, algunos nuevos musulmanes comenzaron, por ignorancia, a mezclar las formas de recitación. El Califa Uzman decidio entonces hacer copias oficiales del Corán de acuerdo con el dialecto de Quraish y los envió con recitadores de Corán a los principales centros del Islam. Así comenzó a leerse el Corán en un solo dialecto y se dejaron de usar los otros dialectos en los que el Corán fue revelado. Se hizo esto para preservar la unidad de los musulmanes  y para salvar al Corán de cualquier cambio o pérdida. Por consiguiente, hoy en día el Corán que está disponible en todo el mundo está escrito y recitado solamente en el dialecto de Quraish.


sábado, 8 de marzo de 2014

La herencia de la mujer (parte II)


 
Generalmente se suele decir, especialmente en Occidente, que las mujeres en el Islam son consideradas inferiores a los hombres. Pero el hecho de que uno de los sexos reciba una parte mayor o menor no implica que el receptor de la parte menor sea considerado inferior. En realidad, la herencia depende mucho de la estructura social y económica y de la función de cada uno de los sexos, por lo que su reglamento ha de ser contemplado en este contexto.

Razones por las que el Hombre recibe más que la Mujer en los cuatro casos:

PRIMERO. -  El hombre es la persona únicamente responsable del total mantenimiento de su esposa, su familia y cualquiera demás parientes necesitados. La ley islámica le obliga a asumir, todas las responsabilidades financieras y mantener adecuadamente a las personas que están a su cargo. La esposa ha de ser mantenida por su marido, aunque posea una gran riqueza, de la que No está obligada a gastar nada, y teniendo el derecho de reclamar a su esposo la manutención. Además, a la hora de casarse, la mujer recibe un Regalo (Mal llamado "Dote") que es exclusicamente suyo, independientemente de su cuantía. Es también deber suyo contribuir económicamente a todas las buenas causas de la sociedad. La totalidad de las cargas financieras son soportadas exclusivamente por él.

SEGUNDO. -  Por el contrario, la mujer no tiene responsabilidad financiera alguna, excepto la pequeña correspondiente a sus gastos personales, las cosas lujosas que desee tener. Goza de seguridad económica y está mantenida. Si es esposa, la provee el marido; si es madre, el hijo; si es hija, el padre y, si es hermana, el hermano, etc. La Mujer no es responsable de mantener a nadie, además de ella. Si fuera un hombre el que estuviera en su situación, éste debe ser el responsable de la familia y de los posibles miembros que necesitan de su ayuda. Por eso, en la situación más extrema, la responsabilidad económica de la mujer es limitada, mientras que la del hombre es ilimitada.

TERCERO. -  Cuando una mujer recibe menos que un hombre, no se la desposee de nada por lo que haya trabajado. La propiedad heredada no es resultado de sus ganancias y de sus esfuerzos. Es algo que procede de una fuente neutral, algo adicional o extra. De esta forma, la Mujer añade a lo que posee su parte de herencia y sin tener ninguna obligación de mantenerse a sí misma o a sus hijos, o a sus hermanos o a sus padres.

La herencia es una especie de ayuda, y toda ayuda ha de repartirse con arreglo a las urgentes necesidades y responsabilidades, especialmente cuando el reparto está regulado por la Ley del Creador.

Así, la cuestión ha de ser contemplada teniendo en cuenta el presente y el futuro, pues en un presente inmediato la hija puede recibir la mitad que su hermano, pero teniendo en cuenta el futuro, es la hija la que en último término obtiene mayor beneficio, y sin estar obligada a mantenerse a sí misma.

¿Qué pasa con las hijas que no se casan por alguna razón?

Tendría únicamente lo que heredase ( la mitad de lo que reciba su hermano ), y además, tendría que trabajar para mantenerse así misma. Pero estos casos son excepcionales en la sociedad islámica, aunque hay que tenerlas en cuenta. Las leyes se hacen para casos habituales pero se pueden hacer previsiones para aquellas mujeres que no se casen por cualquier razón. Así, una persona puede hacer su testamento favoreciendo a alguien que crea que puede necesitarlo. De hecho, en el Corán nos encontramos con el siguiente versículo: "Si asisten al reparto parientes, huérfanos, pobres, dadles algún sustento de ello y habladles con cariño". Por tanto, si una hija no puede casarse, los padres pueden hacer un legado especial en su favor.

En definitiva, y como señala el Dr.Khurshid Ahmad, Economista y Estadístico, Doctorado en Economía Islámica, además de Profesor, Escritor : "La porción que le corresponde a una hija es un medio de lo que le corresponde al hijo y esto indica una aparente desigualdad, pero cuando esto se reconsidera en el contexto de los papeles económicos y responsabilidades del hombre y de la mujer, su justificación queda clara. La responsabilidad de suministrar los ingresos y gastos de la familia es del hombre, mientras que la mujer tiene el derecho de administrar sus bienes e inversiones por sí misma y de ocuparse y mantener las retribuciones de ellos para ella misma. Debido a esta diferenciación de papeles y contribuciones, las partes heredadas deben ser diferentes. Pero cuando el hombre y la mujer heredan como hombre y mujer y no en relación con su cometido económico y responsabilidades sociales, deberán hacerlo a partes iguales. Por ejemplo, ante la existencia de hijos e hijas de un muerto, los bienes que heredaría el padre y la madre del difunto……corresponderían a la misma proporción de la herencia. La parte de la madre no es un medio de la del padre. Ambos obtendrían partes iguales. De forma similar, las porciones heredadas por hermanos y hermanas de la madre serían idénticas "

Un punto importante a tener en cuenta, es que en muchas civilizaciones, la ley del hombre sobre la herencia queda en manos de los caprichos de cada individuo para dar o privar como le plazca aún si es injusto. Es más, en esas sociedades no existen leyes que los obliguen a hacerse responsable económicamente de sus parientes mujeres, mientras que en el Islam, el hombre debe hacerse cargo de las necesidades financieras de las mujeres de su familia hasta que se casen. Desde el momento que una mujer se casa, esa responsabilidad pasa a manos de su marido y si queda viuda, su hijo u otro hombre de la familia está obligado a hacerse cargo de la viuda.

Gustave Le Bon dice en su libro "La Civilización Árabe":

“Los principios de la herencia que han sido determinados por el Corán tienen un importante grado de justicia e imparcialidad. La persona que lee el Corán puede percibir estos conceptos de justicia e imparcialidad en cuanto a la herencia a través de las aleyas citadas. También debo señalar un alto nivel de eficiencia en lo que respecta a las leyes y reglas en general que derivan de estos versículos. He comparado las leyes británicas, francesas e islámicas sobre la herencia y descubrí que el Islam le garantiza a la mujer su derecho a heredar, mientras que nuestras leyes occidentales no contemplan esta situación y equivocadamente los occidentales difaman a los musulmanes por ser desconsiderados con las mujeres”.

 
Conclusión:

Existen más de treinta casos en los que la mujer hereda una parte igual a la del hombre, o más que él, o ella hereda sola. En cambio, sólo en cuatro casos la mujer hereda la mitad de lo que hereda el hombre.

He aquí la explicación de la filosofía del derecho hereditario musulmán, que fue revelado en una sociedad primitiva, de hace 1.431 años. Si volviéramos a plantear la pregunta en su contexto histórico nos sorprenderíamos del progreso que aportó el Islam en este ámbito. Incluso actualmente, la cuestión es impresionante, ya que el sexo no es el elemento que utiliza el Islam para considerar al ser humano, sino que tiene en cuenta los derechos y los deberes de cada uno.





Tomado de: www.islamyciencia.com



La herencia de la mujer (parte I)

Dios dice en el Sagrado Corán:



4:(7) A LOS HOMBRES les pertenece una parte de lo que dejen los padres y los parientes, y a las mujeres les pertenece una parte de lo que dejen los padres y los parientes, sea poco o mucho -- es una parte prescrita [por Dios].

Algunos dicen que el Islam no ha igualado entre el hombre y la mujer en cuanto a la herencia; sin embargo, hay que decir que el Islam es el primer sistema de la historia que otorgó a la mujer el derecho a recibir parte de la herencia, tanto si es hija, madre o esposa: "a las mujeres les pertenece una parte de lo que dejen los padres y los parientes, sea poco o mucho -- es una parte prescrita [por Dios]"; y esto, teniendo en cuenta que en la sociedad árabe preislámica la mujer estaba privada de toda herencia ( al igual que en otras muchas sociedades ), pues el hombre dejaba todas sus riquezas a sus hijos varones, sin contar con las hijas.

Una de las diferencias más importantes entre el Corán y la Biblia en su actitud hacia la mujer, estriba en la herencia de los parientes difuntos. La actitud Bíblica ha sido descrita sucintamente por el Rabino Epstein:

"La tradición continua e ininterrumpida desde los tiempos Bíblicos no otorga a los miembros femeninos de la casa –esposa e hijas– ningún derecho de sucesión a la propiedad familiar. En el esquema más primitivo de sucesión, los miembros femeninos de la familia fueron considerados parte de la propiedad y alejados del estatus jurídico de heredero, como el esclavo. Considerando, por la promulgación de la Ley Mosaica, que las hijas fuesen aptas para la sucesión en el caso de que no hubiese herederos varones, a la esposa ni siquiera se le reconoció como heredera en casos así."

¿Por qué los miembros femeninos de la familia fueron considerados parte de la propiedad familiar? 

El Rabino Epstein nos da la respuesta: "Ellas pertenecen –antes del matrimonio– al padre, después del matrimonio, al marido."

Se perfilan las normas Bíblicas de la herencia en Números 27:1-11. "No se da a la esposa ninguna parte de la propiedad de su marido, mientras que él es el primer heredero de ella, incluso antes que sus hijos. Una hija sólo puede heredar si no existe ningún heredero masculino. Una madre no es nunca un heredero mientras que el padre sí lo es. Las viudas e hijas, en caso de que existan hijos varones, están a merced de los herederos masculinos en cuanto a la manutención. Por eso, las viudas y las muchachas huérfanas se cuentan entre los miembros más necesitados de la sociedad judía."

la Enciclopedia Bíblica de "Cheyne y Black" señala que las mujeres han sido universalmente, y en todos los aspectos, consideradas inferiores a los hombres en los derechos de propiedad, pudiendo únicamente los hijos, no las hijas y menos las esposas, heredar.
 
La Cristiandad ha mantenido este talante durante mucho tiempo. Tanto en el derecho civil como en el eclesiástico cristiano, las hijas estaban excluidas de compartir con sus hermanos el patrimonio del padre. Además, se privó a las esposas de cualquier derecho de herencia. Estas leyes inicuas sobrevivieron hasta el siglo pasado.
 
Entre los árabes paganos anteriores al Islam, únicamente se otorgaba el derecho de herencia a los parientes masculinos. El Corán abolió todas estas costumbres injustas y concedió a todas las mujeres una parte en las herencias:
 
Allah dice en el Sagrado Corán:

4:(7) A LOS HOMBRES les pertenece una parte de lo que dejen los padres y los parientes, y a las mujeres les pertenece una parte de lo que dejen los padres y los parientes, sea poco o mucho -- es una parte prescrita [por Dios].
 
Aparte del reconocimiento de la mujer como ser humano independiente, aceptada como igualmente esencial para la supervivencia de la humanidad, el Islam le ha dado una participación en la herencia. Antes del Islam, no sólo no se vió privada de esa participación, sino que fue considerada como propiedad para ser heredada por el hombre. Al margen de esta concepción de propiedad transferible, el Islam la consideró heredera reconociendo las cualidades humanas inherentes en la mujer. Tanto si es esposa o madre, hermana o hija, recibe una cierta parte de la propiedad del familiar difunto, parte que depende de su grado de relación con el fallecido y le número de herederos. Esta parte es suya y nadie puede tomarla, ni privarla de ella. Aunque el difunto desee desposeerla de ella, haciendo testamento en favor de otros familiares, o de cualquier otra causa, la ley islámica no se lo permitirá.

En cualquier caso, atendiendo a la ley islámica, el porcentaje correspondiente a la mujer dependerá de la cercanía del difunto y del número de individuos con los que compartirá la herencia, teniendo en cuenta si son mujeres, varones, o mujeres y varones, y siempre después de haber satisfecho los legados y pagado las deudas, incluidos los gastos del funeral. Así:
 
1.a- A la hija le corresponde la mitad de lo que le corresponde a su hermano, por parte del padre: " Dios os ordena lo siguiente en lo que toca a vuestros hijos: que la porción del varón equivalga a la de dos hembras "

1.b- Si no tiene hermanos varones y es hija única, recibirá la mitad de la herencia: "Si es hija única, la mitad "

1.c- Y si son mas de una hija recibirán dos tercios: "Si éstas son mas de dos, les corresponderán dos tercios de la herencia"
 
2.a- En cuanto a la madre, recibe, al igual que el padre, una sexta parte de la herencia de su hijo, en caso de que éste tenga descendencia: " A cada uno de los padres le corresponderá un sexto de la herencia, si deja hijos "

2.b- Pero si el hijo no tiene descendencia ni está casado, la herencia en su totalidad corresponderá a los padres, de la siguiente forma: el tercio para la madre y el resto para el padre: " pero si no tiene hijos y le heredan sólo sus padres, un tercio es para la madre "

2.c- En caso de que el fallecido no tenga hijos pero sí hermanos, el porcentaje de la madre disminuirá de un tercio a una sexta parte: " si tiene hermanos, un sexto para la madre "


3. La esposa hereda la cuarta parte de lo que haya dejado su marido en caso de no tener hijos o hijas ; pero si no es así, recibirá la octava parte: " si no tenéis hijos, a ellas les corresponde un cuarto de lo que dejéis. Si tenéis, un octavo de lo que dejéis "

Vemos pues que el Sistema Hereditario islámico es considerablemente complejo. Sin embargo, en lo que respecta a la herencia de la mujer, cuando hacemos un resumen del conjunto de este sistema de Herencia islámico, llegamos a las siguientes conclusiones:


1. En sólo cuatro casos la mujer hereda la mitad de lo que hereda el hombre.

2. En más de ocho casos la mujer hereda la misma parte que el hombre.

3. En más de diez casos la mujer hereda más que el hombre.

4. En muchos otros casos sólo hereda la mujer.


Tomado de: www.islamyciencia.com



La mujer en el paraíso


Pregunta:

Si un hombre muere estando complacido con su esposa y ella con él, luego ella contrae nuevamente matrimonio por tener más hijos, ¿con cuál de los dos hombres estará en el paraíso?

Respuesta:

Alabado sea Allah

Existen tres opiniones distintas entre los sabios del Islam, respecto a con quien estará la mujer en el paraíso si todos ingresan en él.

La primera: que ella estará con quien mejor le haya tratado, es decir con el de mejor carácter hacia ella, basado en el hadiz en el que Umm Habibah dijo:

“¡Oh Mensajero de Allah!, si una mujer tuvo dos esposos en esta vida y muere y así también ellos y entran al paraíso. ¿con cuál de ellos estará ella?. Dijo: con quien mejor le haya tratado en la vida mundanal. ¡Oh Umm Habibah! Se ha ido el buen   carácter con lo mejor de esta y de la otra”. (Pero este hadiz es débil)

La segunda: que ella elegirá entre ambos o incluso de entre otros ya que Allah dice:

“Y allí  tendréis  lo que deseen vuestras almas y todo cuanto pidáis” [Corán 41: 31]

Y dice Allah:

“…Y allí habrá lo que las almas deseen y les sea dulce a los ojos. En él seréis inmortales”. [Corán 43:71]

Y la tercera: que estará con quien muera ella, estando  bajo su protección, basándose en el hadiz:

“Cualquier mujer que muriera su esposo y volviese a casarse después de él. Estará con el último de ellos”. (Lo transmitió At Tabarani del hadiz de Abu Dardá) (Pero este hadiz también es débil)

Por esto lo más cercano es la segunda opinión, que ella elige entre sus esposos o incluso de entre otros que desee.

Incluso si la tercera opinión fuese correcta, aquellos que la afirman no difieren sobre  si a la mujer le desagradaba su ultimo esposo y estuviese con él en el paraíso, ella no hallara en él nada de lo que le desagradaba del mismo en la vida mundanal, ni motivos de rechazo, pues el paraíso es la morada de la serenidad y de cualidades loables.

Y Allah sabe más.

Fatwa 13086 del Sheij Sulaiman Abdullah Al Mayid


miércoles, 5 de marzo de 2014

¿Es válido el sacrificio de una mujer?

 
Pregunta:

¿Es válido que la mujer sacrifique un animal? Y de ser así, ¿se puede comer del mismo?

Respuesta:

Si, el sacrificio de la mujer es totalmente valido ya sea que fuese musulmana o de la gente de la escritura (es decir judía o cristiana). Es valido el sacrificio de musulmanes hombres y mujeres; así como el sacrificio de la gente de la escritura hombres y mujeres, son todos válidos siempre y cuando se realicen de la manera islámica, fue preguntado en una ocasión el Profeta, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, sobre el sacrificio de la mujer, y lo aprobo. Pues la mujer es como el hombre en lo que se refiere a los Ahkam (juicios) excepto en lo que alguna prueba demuestra la particularidad del género. Su sacrificio es como el del hombre, mientras ella lo realice de la manera islámica. Ya sea que sacrifique corderos, vacas, camello, animales de caza, pollos o palomas, o cualquier otro de los animales que son comestibles, su sacrificio es totalmente valido mientras lo realice de la manera islámica.

Su Excelencia el Shaij Abdul Aziz Bin Abdullah Bin Baaz (que Allah tenga misericordia de él)



lunes, 3 de marzo de 2014

El testimonio de una mujer

Allah dice en el Sagrado Corán:

“Y busca a dos hombres de entre quienes consideréis justos que sean vuestros testigos, y si no contáis con dos hombres recurrid a un hombre y dos mujeres, de manera que si una se equivoca, la otra subsane el error”. [2:282]

Dios aclara que para asegurar los derechos del acusado, un testimonio no será válido si no se presentan dos hombres o un hombre y dos mujeres. La sabiduría Divina le ha garantizado a la mujer en general una sensibilidad especial, sentimientos delicados y una predisposición por cuidar y amar a los miembros de su familia. Esto hace que por naturaleza una mujer sea capaz de sobrellevar el embarazo, la lactancia y los cuidados de un bebé, etc. Considerando estas características emocionales de la mujer, es posible que una mujer se guíe por sus emociones al momento de atestiguar y cambie los hechos y distorsione su testimonio. Al mismo tiempo, los cambios biológicos que ocurren en su cuerpo durante su período menstrual, embarazo o posparto reducen su poder de memoria y puede olvidar los detalles del asunto. Por eso se toma una medida de precaución para evitar cualquier deficiencia por parte de la mujer cuando atestigua. Debemos resaltar uno de los principios legales esenciales del sistema judicial islámico que establece que el caso no será válido si surgen dudas.

Además del testimonio que involucra los derechos de otra persona, el Islam le ha dado a la mujer la libertad financiera para tomar sus propias decisiones al igual de los hombres. Sin embargo, su rol natural en la vida de criar a sus hijos y cuidar de su hogar, hace que la mujer pase más tiempo que el hombre en su casa y le quita la posibilidad de estar al tanto de otros asuntos. Está mal decir que el testimonio de dos mujeres iguala al de un hombre como si esto fuera un insulto a la inteligencia de la mujer o para deshonrar su integridad. Si ese fuera el caso, no se tomaría en cuenta su testimonio en asuntos de mujeres, como por ejemplo, confirmar la virginidad de una mujer, estar a cargo de un parto, aclarar temas relacionados con la sexualidad u otros temas en donde por una disputa se necesite realizar algún tipo de examen a otra mujer. También debemos recordar que la ley Islámica rechaza el testimonio de un solo hombre ya que se requieren dos para testimoniar sobre cualquier tema. En los casos más críticos se necesita el testimonio de dos mujeres para preservar los derechos de los individuos de una sociedad basándose en la confiabilidad e irrefutabilidad de ese testimonio.

Nótese que el testimonio en la ley Islámica no es un privilegio sino una carga que muchos intentan evadir. Por eso, Dios le ordenó a la gente ofrecer su testimonio y no tratar de escapar de esa responsabilidad. Dios dijo en el Corán:

“Que los testigos no se rehúsen si son citados”. [2:282]

Esta orden se dirige a ambos, hombre y mujer. Mucha gente en todo el mundo trata de evitar ser testigo e intentan escapar de la responsabilidad de ofrecer testimonio porque ello implica ir a la corte, declarar frente a un jurado, jurar que dirá la verdad, ser examinado y muchas otras cosas. Al ofrecerse como testigo y declarar, pueden surgir cargas económicas y físicas o amenazas. El Islam intenta liberar a la mujer de este tipo de cargas a menos que ella y otra mujer hayan sido testigos de algo por lo que luego tengan que dar testimonio.

El testimonio de un solo hombre no es aceptable en asuntos de índole financiera, ya que tienen que ser dos los testigos para probar el derecho del demandante o un hombre y dos mujeres. Nunca hemos oído que alguien considere este requisito un insulto a la inteligencia del hombre o que esté en contra de sus derechos. Esto prueba que este requisito es para la protección contra las falsas acusaciones y errores. Existen casos en los que el testimonio de cada uno es igual. Por ejemplo, el testimonio de una esposa es exactamente igual al de su marido cuando éste la acusa de adulterio y no tiene evidencia para demostrarlo. Dios dijo en el Sagrado Corán:

“Quien acuse a su mujer (de haber cometido adulterio) sin tener testigos más que él mismo, deberá jurar cuatro veces por Dios (ante un juez) que dice la verdad. Y por último pedir que la maldición de Dios caiga sobre él mismo si miente. Y ella quedará libre de castigo si jura cuatro veces por Dios (ante un juez) que él miente. Y por último deberá pedir que la maldición de Dios caiga sobre ella misma si él dice la verdad”. [24:6-9]



Tomado de: www.womeninislam.ws

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