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domingo, 28 de abril de 2013

Los Colores Unidos del Islam (parte 2 de 3)


Salmán, el persa

Como la mayoría de sus compatriotas, Salman fue criado como un devoto zoroastriano. A pesar de esto, luego de un encuentro con algunos cristianos, él aceptó el cristianismo como “algo mejor”. Salmán luego viajó por todas partes en búsqueda de conocimiento, sirviendo a uno y otro monje instruido, el último de los cuales dijo: “¡Oh hijo! Yo no sé de nadie que esté en el mismo (credo) que nosotros. A pesar de esto, el tiempo de la aparición de un Profeta está cerca. Este Profeta es de la religión de Abraham”. El monje procedió luego a describir a dicho Profeta, su carácter y en dónde aparecería. Salman emigró a Arabia, la tierra de esa profecía; y cuando oyó y conoció a Muhammad, inmediatamente lo reconoció de las descripciones de su maestro, y abrazó el Islam. Salmán se hizo famoso por su conocimiento y fue la primera persona en traducir el Corán a otro idioma, el persa. Una vez, mientras el Profeta estaba entre sus Compañeros, lo siguiente le fue revelado:

“Él es Quien eligió de entre los que no sabían leer ni escribir  un Mensajero para que les recite Sus preceptos, les purifique, y les enseñe el Libro y la sabiduría. Por cierto que antes de ello se encontraban en un extravío evidente. Y también [para que purifique y enseñe] a otros que les sucederán. Ciertamente Dios es Poderoso, Sabio”. (Corán 62:2-3)

El Mensajero de Dios luego puso su mano sobre Salman y dijo:

“Incluso si la fe estuviera cerca de (las estrellas de) Pléyades, un hombre de entre estos (persas) de seguro la obtendría”. (Sahih Muslim)
Suhaib el romano

Suhaib nació con privilegios en la lujosa casa de su padre, quien era un gobernador en representación del emperador persa. Mientras aún era niño, Suhaib fue capturado por asaltantes bizantinos y vendido como esclavo en Constantinopla.

Suhaib eventualmente escapó de la cautividad y huyó a La Meca, un popular lugar de asilo, en donde pronto se volvió un próspero comerciante con el apodo de “Ar-Rumi”, el romano, debido a su idioma y crianza bizantina. Cuando Suhaib oyó a Muhammad predicar, se convenció inmediatamente de la verdad de su mensaje y abrazó el Islam. Como todos los primeros musulmanes, Suhaib fue perseguido por los paganos de La Meca. Así que intercambió toda su riqueza por un salvoconducto para unirse al Profeta en Medina, después de lo cual el Profeta, complacido de ver a Suhaib, lo saludó tres veces, diciendo: “¡Tu intercambio ha sido fructífero [Oh Suhaib]! ¡Tu intercambio ha sido fructífero, tu intercambio ha sido fructífero!” Dios había informado al Profeta de la acción de Suhaib antes de reunirse con él, mediante esta revelación:

“Y entre los hombres hay quienes dan su vida anhelando agradar a Dios; y Dios es Compasivo con Sus siervos”. (Corán 2:207)

El Profeta amaba en gran manera a Suhaib, y lo describió como habiendo precedido a los romanos en entrar al Islam. La piedad de Suhaib y su posición entre los primeros musulmanes eran tan altas, que cuando el Califa Umar estaba en su lecho de muerte escogió a Suhaib para liderarlos hasta cuando hubiera acuerdo entre ellos acerca de un sucesor.
 

Abdullah, el hebreo

Los judíos eran otra nación que vivía entre los árabes pre-islámicos, especialmente en Medinah. Muchos judíos y cristianos habían estado esperando que apareciera un nuevo profeta en Arabia durante el tiempo del Profeta Muhammad. Los judíos de la tribu levita, en particular, se habían asentado en gran número dentro y alrededor de la ciudad de Medina. A pesar de esto, cuando el tan anunciado Profeta llegó, no como un hebreo hijo de Israel sino como un árabe descendiente de Ismael, los judíos lo rechazaron. Excepto unos pocos, como Hussein bin Salam. Hussein era el más instruido rabino y líder de los judíos de Medina, pero fue denunciado y despreciado por ellos cuando acogió el Islam. El Profeta dio un nuevo nombre a Husain: “Abdullah”, que significa “Servidor de Dios”, y le dio las buenas nuevas de que estaba destinado al Paraíso. Abdullah se dirigió a sus compañeros de la tribu diciendo:

 “¡Oh judíos! Sean conscientes de Dios y acepten lo que Muhammad ha traído. ¡Por Dios! Ustedes saben que él es el Mensajero de Dios y pueden encontrar profecías acerca de él y la mención de su nombre y sus características en la Tora. Yo, por mi parte, declaro que él es el Mensajero de Dios. Yo tengo fe en él y creo que él es veraz. Yo lo reconozco a él”. Dios reveló lo siguiente acerca de ‘Abdullah:

“Diles: ¿Por qué no creéis en el Corán que Dios reveló y os ensoberbecéis, siendo que un sabio de los Hijos de Israel [‘Abdullah Ibn Salam] atestiguó su veracidad y creyó en él? En verdad Dios no guía a los injustos”. (Corán 46:10)

De esta forma, en las filas de los Compañeros del  Profeta Muhammad se podían encontrar africanos, persas, romanos e israelitas; representantes de cada continente conocido. Como el Profeta dijo:

“En verdad, mis amigos y aliados no son de la tribu de tal y tal. En lugar de esto, mis amigos y aliados son los piadosos, donde sea que estén”. (Sahih Al- Bujari, Sahih Muslim)





Texto tomado de: www.islamreligion.com

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